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Verónika: descrédito y traición

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Fecha Publicación: 06/02/2022 - 22:56
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Verónika Mendoza Frisch se ha convertido en una política sumida en el descrédito y en sinónimo de manipulación, deslealtad y cinismo. Su carrera está marcada por la cercanía a situaciones de corrupción y por las más variadas traiciones.

Empezó su vida pública cómo parlamentaria de Ollanta Humala en 2011. Llegó a esta posición siendo electa por Cusco, pero principalmente por ser la mano derecha de la esposa de Ollanta, Nadine Heredia. Todo indica que escribió en las agendas de la corrupción y coordinaba apoyos de la Venezuela chavista a la campaña del militar expresidente.

Al poco tiempo de ser electa los traiciona y renuncia para emprender su aventura presidencial. Se le veía en esas épocas muy cercana a la procesada por corrupción Susana Villarán, reclutando incluso gente de su lista de regidores para su proyecto nacional.

En las elecciones de 2016 logró un tercer lugar expectante con 20% -el ataque despiadado que sufrió el APRA, las tachas a Guzmán y a Acuña, sumado a la inexistencia de otro candidato de izquierda radical le ayudaron- en alianza con Marco Arana y usando su registro electoral, a quien traicionó y dividió su bancada a la mitad para emprender la consolidación de su corriente en la izquierda. En segunda vuelta apoyó a Kuczynski, para luego traicionarlo y ser promotora de su vacancia.

Defensora a ultranza del lagarto Vizcarra lo que le valió no pasar la valla en las complementarias 2020. Promotora de la instrumentalización de las muertes de los jóvenes Inti y Bryan, en las marchas donde por cierto fue expulsada de la plaza de armas de Cusco.

Apoyó a Castillo -después de apenas superar la valla en la primera vuelta de 2021- sabiendo de su entorno y de sus ideas tendientes a la misoginia y a la homofobia. No le importó el pronturiado de Cerrón ni el posible financiamiento oscuro de la campaña de Pedro. Tampoco la prédica a favor de la minería ilegal -sin pensar en formalización- o de la no erradicación del cultivo de hoja de coca. Traicionó sus aparentes luchas por las mujeres, por la comunidad LGTBI, por el medio ambiente, etc. Y todo por colocar ministros en el Ejecutivo.

Ahora ensaya una traición a medias a su socio Castillo, que es más un ajuste a modo de chantaje para que vuelva a colocar en el Gabinete aliados suyos y poder garantizar el nombramiento -o renombramiento- en todo el aparato estatal de sus cuadros. A ella no le importa el Perú, sólo su cuota de poder e influencia.

Su última manipulación no ha salido muy bien, la convocatoria a una manifestación para el sábado pasado apenas contó con una centena de participantes, de los cuales había otros colectivos distintos y no liderados por ella como la gente del Partido Morado y el Partido del Buen Gobierno, cuya plataforma de aquel día más bien era el tema Sunedu que la agenda marcada por Mendoza. Aunque imagen de la plaza casi vacía le impacta a ella directa y principalmente.

Pienso que ante este desgaste debería coger el camino de su amigo español Pablo Iglesias y postular a la alcaldía de Lima, perder irremediablemente y luego retirarse de la política. Su grupo, al que ya no le suma nada, se lo agradecería.

PD: Mi homenaje a Nita Pérez de García, que hace unos días partió al encuentro del creador. Una leal militante del Partido de Haya de la Torre. Su pérdida enluta al aprismo.

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