Verdor contra la criminalidad

La creciente criminalidad e inseguridad vivida en Lima y otras capitales se vinculan a una serie de problemas estructurales, entre los cuales podríamos incluir la falta de verdor. Diversos estudios señalan que las tasas de homicidios en las ciudades disminuyen cuando aumenta la vegetación, los espacios ordenados y de interacción vecinal.
Un artículo publicado en 2021 en Psychology Today reveló que “un equipo de investigación liderado por Jonnell C. Sanciangco, de la Universidad Estatal de Michigan, analizó si el aumento de áreas verdes predecía una reducción en los homicidios en un período de treinta años. Con datos del FBI sobre homicidios en 290 ciudades y ajustando variables como la densidad de población, el nivel educativo y el porcentaje de hogares monoparentales, que suelen asociarse con mayores tasas de crimen […] se observó que un aumento de solo 0.01 en el índice de vegetación se relacionaba con la reducción de 0.30 muertes por cada 100,000 personas”. El estudio encontró que un entorno agradable lleva a que las personas quieran mantenerlo y protegerlo, lo que agrupa a los vecinos en actividades para mantener su barrio.
Los niveles de estrés generados por el hacinamiento, la suciedad y las carencias no dejan margen a que la niñez pueda ejercer su derecho a la infancia; y ese derecho es tener paz, ser amado, cuidado y tener acceso a servicios mínimos como agua, luz y una vivienda saludable. Los niños deben tener espacio para imaginar, soñar, crear, jugar y vivir rodeados de árboles que atraen a las aves y sus cantos, y flores que alimentan mariposas y colibríes. Pero, ¿cómo crece un niño pobre?, ¿qué ve?, ¿a qué está expuesto?, ¿cuál es la única salida que tendrá para escapar de esa realidad?
Theodore Roszak, director del Instituto de Eco-psicología de la Universidad de California en Hayward, se refiere al verdor como terapia. En su artículo La Naturaleza de la Cordura, califica de “locura” la situación de degradación ambiental que sufre el planeta: “Infligir daños irreversibles a la biosfera podría parecer la forma más obvia de esta locura. Pero en la literatura psiquiátrica no encontramos ninguna categoría semejante a locura ecológica”. Los psicoterapeutas recién están prestando atención a la “relación disfuncional” con el ambiente, ya que antes todo se centraba en lo social y familiar.
El renombrado médico y filósofo chino Lin Yutang reveló a Occidente hace varias décadas los poderes psicoterapéuticos del verdor en su obra cumbre La importancia de vivir: “Creo en las propiedades espirituales curativas de los árboles antiguos y los lugares de montaña para curar las ambiciones de la carne y las enfermedades del alma: cleptomanía, megalomanía, egocentrismo, halitosis espiritual, titulitis, prestamitis, dirigentitis (el deseo de dirigir a los demás), neurosis de guerra, versofobia, maldad, odio, exhibicionismo social, terquedad en general y todas las formas de enfermedades morales”.
¿Qué tal si en vez de salir a protestar sembramos árboles y flores, que ahuyentan a los criminales?

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