Venezolanos: la reciprocidad y la política
La Providencia nos sorprende en cada instante de nuestras vidas. Hoy sábado que no tenía tema para escribir, llegué a mi casa para almorzar y encontré a mi madre conversando con una señora venezolana, que se había quedado sin trabajo; hubo empatía desde el primer momento y creo que sería una buena compañía para mi octogenaria madre. Mientras conversábamos y me narraba las peripecias que pasó en su Venezuela añorada, iba recordando mi niñez y a unos vecinos que, durante la crisis que pasó el Perú en los setenta, tuvieron que emigrar a Caracas para reinventar sus vidas.
Lo segundo que se me vino a la mente fue recordar un principio que muchos lo tienen al final de su lista de valores, que tiene por nombre reciprocidad. La reciprocidad es un valor que tiene mucho que ver en la vida y sobre todo en la política.
Ser recíproco, positivamente hablando, es ser agradecido con aquellos que en algún momento fueron buenos con nosotros o nos brindaron alguna oportunidad para desarrollarnos en la vida.
Conozco políticos que lo son; sin embargo, también conozco a muchos que no lo son. He conocido parlamentarios que, a pesar de la distancia geográfica, saben mantener un nivel de amistad y de reciprocidad dignos de resaltar. La vida política te va poniendo en situaciones tan sutiles que te vuelves de alguna manera, experto en salvar escenarios personales como también de los políticamente literales.
Nombrar políticos que mantienen la reciprocidad como unos de sus principales valores serán nombrados en las memorias que estoy preparando, y mantendré en la categoría de invisibles –frase que la tomo del dilecto Wilbert Bendezú Carpio aprista de cuna, exdiputado y exparlamentario andino hoy abocado a una tarea intelectual desde Villa Mercedes, casa de Víctor Raúl Haya de la Torre–, porque es mejor mantenerlos ocultos en la historia. ¿?
Episodios de la reciprocidad tengo a borbotones; sin embargo, no hay que esperar que las personas lo sean con nosotros, la devolución de los actos buenos y malos serán gratificados o no, por el Hacedor.
La señora me hizo pensar en nosotros los peruanos. Muchos, quizás por su juventud o ignorancia, no recuerdan lo bien que ellos se portaron con nuestros compatriotas que emigraron a Venezuela. El político de cuna tiene códigos no escritos de respeto y de reciprocidad. Los valores se hacen notar en la actividad que realizan los políticos, tengan o no el poder.
José Cevasco
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