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“Velen, porque no saben el día ni la hora”

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Fecha Publicación: 07/11/2020 - 20:20
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Queridos hermanos, estamos ante el Domingo XXXII del Tiempo Ordinario. La Primera Lectura es del libro de la Sabiduría. ¿Qué es tener sabiduría? Es tener discernimiento. ¿Cómo se adquiere discernimiento? A través de la Palabra de Dios, que nos da prudencia para convivir con los demás y nos quita las preocupaciones, nos hace ver lo más importante, que es experimentar el Espíritu de Dios.

Por eso respondemos con el Salmo 62: “Mi alma está sedienta de ti, Señor, Dios mío. Oh Dios, tú eres mi Dios, por ti madrugo, mi alma está sedienta de ti; mi carne tiene ansia de ti, como tierra reseca, agotada, sin agua. Tu gracia vale más que la vida, te alabarán mis labios”. La Escritura nos da la gracia para poder vivir de acuerdo al Espíritu del Señor.

La Segunda Lectura es de la Primera Carta del Apóstol San Pablo a los Tesalonicenses. Nos cuestiona sobre ¿a dónde vamos? Al Reino de los Cielos, que empezamos a degustarlo aquí en la tierra. Por eso nos invita a consolarnos mutuamente con la Palabra de Dios.

El evangelio de este domingo es de San Mateo. Habla de las diez doncellas que tomaron sus lámparas y salieron a esperar al esposo. El número “diez” hace presente la “Decápolis” (las diez ciudades paganas de esa época). Continúa el evangelio diciendo que: “Cinco de ellas eran necias y cinco eran sensatas. Las necias, al tomar las lámparas, se dejaron el aceite; en cambio, las sensatas se llevaron alcuzas de aceite con las lámparas”. Dios ofrece un aceite, el Espíritu Santo. Dice San Mateo que “como el esposo tardaba, les entró sueño a todas las doncellas y se durmieron”.

Muchas veces vivimos en una Iglesia dormida. Por eso es muy importante ver y entender en esta lectura todo lo que conlleva el ritual de una boda. Llega el esposo (que es Jesús), a través de esta pandemia, y se acerca a nosotros. “A medianoche se oyó una voz: “¡Que llega el esposo, salid a recibirlo!”. Entonces se despertaron todas aquellas doncellas y se pusieron a preparar sus lámparas”. ¿Dónde se consigue este aceite? En la Iglesia. Dijeron luego las necias a las prudentes: “Dadnos un poco de vuestro aceite, que se nos apagan las lámparas”. Pero las sensatas contestaron: “Por si acaso no hay bastante para vosotras y nosotras, mejor es que vayáis a la tienda y os lo compréis”.

Mientras iban a comprarlo, llegó el esposo, y las que estaban preparadas entraron con él al banquete de bodas, y se cerró la puerta. Más tarde llegaron también las otras doncellas, diciendo: “Señor, señor, ábrenos”. Pero él respondió: “Os lo aseguro: no os conozco”. Dentro de la parábola el “velad” es muy importante. Es fundamental frente a esta pandemia del Covid-19 que estemos velando, porque no sabemos ni el día ni la hora.

¡Ánimo, hermanos! El Señor nos invita a recibir el aceite, acoger al Espíritu Santo y ofrecerlo a las personas con las que vives. Recemos, vigilemos, porque el Señor quiere de nosotros la felicidad, es decir, tocar la eternidad aquí en la tierra. Por eso Dios nos da garantías de la resurrección.

El Espíritu Santo los quiere fortalecer. La felicidad no está en tener o poseer, sino en experimentar a Dios que se ha hecho pequeño y humilde. Recordemos que un corazón contrito y humillado el Señor no lo desprecia. Eso es lo que Dios quiere de nosotros. Que la bendición de Dios todopoderoso Padre, Hijo y Espíritu Santo descienda sobre ustedes.