Vecinos
Ella es poeta y editora, escribe desde el desgarro o la pérdida, su obra la ha consolidado como una de las propuestas más poderosas de las últimas décadas. Cinco libros confirman que el camino recorrido fue una apuesta que enfrentó todos los riesgos: la memoria, su virtud hereje para desacralizar los mitos, el vigor de su lenguaje cuando incorpora elementos de la cotidianidad y nos aterriza en este país fragmentado por la tragedia. Los libros que edita son acaso la más honesta construcción estética: objetos de arte, piezas de colección que hacen posible valorar la poesía en una ciudad sitiada por el caos.
Él es politólogo, abogado, filósofo; su método para abordar el análisis va más allá del científico social cuyas técnicas lo reducen a un tasador de la coyuntura, por eso elige a Heidegger, a Foucault, a los grandes maestros del pensamiento para inducirnos a entender la necesidad de un enfoque que nos libere de la hegemonía del relato oficial; director de la Revista de Ciencias Políticas de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos, me atrevo a afirmar que es una de las mentes más lúcidas de mi generación: con él se dialoga para aprender. Conozco y leo a Cecilia Podestá desde el año 2000; conozco, y leo, a Juan Antonio Bazán desde diciembre de 1998. Son más de dos décadas en las que he aprendido, con ambos, que la vida es el oficio de los sobrevientes y, aunque contrarios ideológicamente, una apuesta por la libertad.
Nos quedamos con eso. Por eso, vivir en Barranco, ser vecinos del más hermoso de todos los distritos, hace que compartamos anécdotas tan puntuales como ir juntos por nuestra tercera dosis de Pfizer, trotar por el malecón, acompañar a Cecilia en el paseo con sus mascotas, reírnos del desamor, celebrar la alegría, leer nuestros escritos antes de atrevernos a la publicación, escuchar la música que asalta a este poeta, y vivir la Navidad al margen de si somos ateos, agnósticos o cristianos. Cuando retorno tarde, y no hay nadie en el parque Torres Paz, los escucho reír hasta perderse en inefables discusiones; ya no somos entonces tres soledades, sino tres reincidentes de la emoción, la duda y la belleza.
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