Vamos con esperanza y fe
El Congreso, una vez más, actuó en la solución de la crisis política, pero empujado por la era electoral que ya inició. No soy de los que creen que la vacancia presidencial era la solución al problema de inseguridad que vivimos. Hoy sábado la inseguridad sigue y, seguramente, continuará por algún tiempo más.
Sin embargo, la asunción del presidente del Congreso como presidente de la República nos debe generar la sensación de tener una válvula de oxígeno para poder usarla y propiciar nuevas expectativas positivas de lo que debe ser el escenario político nacional.
Como sabemos, las crisis son emergentes y surgen de un momento a otro. La solución no solo está en superarlas, sino en saber controlar las causas que las han generado y propiciar un clima de estabilidad y confianza. Existen diversas acciones que realizar y factores que se deben tener en cuenta para que la población perciba tranquilidad.
El nuevo presidente del país debe generar confianza en la clase política representada y no representada en el Congreso, así como también en los agentes económicos. Por otro lado, debe usar su juventud para transmitir mensajes adecuados al segmento joven de la población, que siempre está insatisfecha con las autoridades, sean del origen que sean. El tema comunicacional es de suma importancia en la generación de percepciones positivas, siempre y cuando se elijan los mensajes adecuados.
El discurso que dio el presidente al ponerse la banda presidencial en el Congreso llevó un aire conciliador y abarcó los problemas álgidos que vive la población, pero además lo hizo de una manera sentida, es decir, fuera del discurso que fue elaborado seguramente por sus asesores.
Pero la tranquilidad social no solo depende de él. Creo que los analistas políticos que tenemos presencia en los medios de comunicación debemos poner nuestra cuota y transmitir, en nuestras intervenciones, esperanza y fe de que este momento pasará, y no realizar análisis incendiarios ni apocalípticos. Otros países han pasado sus crisis políticas, sociales y económicas. El Perú, en los años 90, lo logró con liderazgo y políticas públicas duras para combatir al terrorismo y terminar con la crisis económica que nos agobiaba.
El nuevo presidente del país tiene la capacidad personal para hacerlo, pero no solo depende de él. El Congreso también debe hacer lo suyo y no generar más inestabilidad, como la presentación de mociones de censura para la Mesa Directiva, por ejemplo.
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