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Valoremos lo bueno, no todo está mal

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Fecha Publicación: 18/01/2024 - 22:00
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Tanto en el mundo como en cada uno de nuestros países, se suscitan una serie de acontecimientos que son evaluados por la opinión pública con determinados calificativos, advirtiéndose una tendencia generalizada a cuestionar lo que se hace desde las esferas de poder o administración del Estado, en la mayoría de las veces con razón y en otras de manera injustificada, probablemente por falta de información.

Se escuchan voces individuales y colectivas reclamando a los gobiernos por la falta de políticas e iniciativas para preservar el medio ambiente, censurando la contaminación, expresando preocupación por el calentamiento global, el deshiele, la sequía de muchos lagos, la utilización de mercurio para la explotación minera y la irracional deforestación.

Si bien existen sobrados argumentos para respaldar esas críticas porque las consecuencias de los daños causados al medio ambiente y los ecocidios nos afectan a todo el género humano, sin embargo es justo valorar un conjunto de acciones e iniciativas emprendidas en diferentes países, precisamente en sentido contrario a los hechos que venimos criticando. Veamos:

Alrededor de mil zorros ya están empadronados en Berlín y habitan bajo la protección del municipio en esa ciudad. Junto a erizos tejones, ardillas, mapaches, todo tipo de aves. Forma parte de un plan para ingresar la naturaleza a la ciudad o viceversa. Un tercio de Berlín está ocupada por zonas verdes, gestionadas intencionalmente para favorecer la biodiversidad, formando parte de un diseño de corredores ecológicos que permite que la fauna pueda atravesar las ciudad e integrarse en ella, todo en el afán de conseguir aire limpio en la ciudad. Más arboles menos contaminación, más biodiversidad, más captura de GO2 y menos calor asfixiante en verano.

Cada árbol además de dar sombra libera cientos de litros de vapor de agua al día. Es como tener gigantescos pulverizadores refrescantes por las calles. Los árboles son verdaderos tesoros y más aún en estos tiempos de crisis climática y calor extremo.

Otras ciudades están comenzando a renaturalizar sus calles y avenidas. China ha emprendido un mega plan para incrementar drásticamente el verde en sus ciudades, para limpiar el aire y combatir el calor extremo. A través del llamado sistema de bosques urbanos ya se plantaron más de cien millones de árboles dentro de las ciudades, a la vez que están multiplicando las cubiertas verdes y los huertos urbanos como objetivo nacional estratégico. Devolver el espacio a la naturaleza es la mejor solución posible.

Madrid pudo convertir en siete años un canal yermo en un maravilloso río salvaje lleno de vida. Hoy se observa en plena ciudad nutrias, garzas u otras especies. La naturaleza solo necesitaba una oportunidad para regresar. Esperemos que la idea de cementar parques, talar miles de árboles majestuosos tenga poco recorrido, porque es lo contrario a lo que necesitamos.

En París se están eliminando espacios para el coche, reverdeciéndose la ciudad de forma inédita. Nueva York se está llenando de huertos urbanos para alimentar a los ciudadanos de la gran manzana y Barcelona está implementando una importante red de ejes verdes peatonales que va a conectar los ecosistemas que rodean la ciudad, multiplicando los parques y los espacios públicos, permitiendo a la naturaleza entrar a formar parte de la vida de la ciudad, como aliada inmejorable ante el calor extremo y la contaminación del aire.

Ciudades verdes frescas con sombra, con espacios de encuentro, sin humos tóxicos, integrando a la naturaleza salvaje, peatonales, ciclistas, con huertos urbanos y espacios de encuentro. Ahí están las zonas verdes. Las ciudades del futuro que están llegando, son parte imprescindible de la solución y nos van a cambiar la vida para bien. Es el momento de empujar para convertir el futuro en presente. Necesitamos de las ciudades ecológicas para cambiar el mundo y recuperar lo que hace tiempo vamos perdiendo. Una vida digna y libre de contaminación. No todo está perdido, no todo está mal, muchos pugnamos por el buen vivir. Ahí están las pruebas y los ejemplos que debemos imitar.

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