ÚLTIMA HORA
PUBLICIDAD

Valdelomar y el cesarismo plebeyo

Imagen
Fecha Publicación: 23/08/2025 - 21:10
Escucha esta nota

Abraham Valdelomar Pinto nació en Ica el 27 de abril 1888. En 1910, ante el peligro de una agresión ecuatoriana, se incorporó al batallón universitario donde se empezó a formarse su ideario nacionalista. De esa experiencia queda una notable crónica titulada: “Con la argelina al viento.”
En 1911, se produjo una gran protesta de la elite universitaria tras la detención del joven catedrático Jose de la Riva Agüero (1885-1944). El novel profesor se enfrentó al presidente Leguia quien, desde 1909, se había convertido inconscientemente en el personero político de las clases medias emergentes, aquellas que Pardo y Piérola, habían mantenido adormecidas durante la republica aristocrática.
Pronto los universitarios también se despertarían de la seducción oligárquica y, en las elecciones presidenciales de 1912, los estudiantes liderados por Valdelomar se unieron a los obreros para apoyar al candidato popular: el opulento Guillermo Billinghurst, conocido por las mayorías como “Pan Grande”.
Tras la elección de Billinghurst por un congreso amedrentado por una huelga insurreccional, el nuevo presidente, agradecido con su antiguo secretario y también redactor su vocero electoral (“Acción Popular”) nombro a Valdelomar agregado en la embajada en Italia, función que ejerció por poco tiempo pues el mandatario fue derrocado en febrero de 1914 por un golpe parlamentario con apoyo militar.
Valdelomar regreso al Perú derrotado. Solo su amigo Riva Agüero lo ayudo y por ello estuvo cerca de él cuando fundó el Partido Nacional Democrático o futurista. Pero las visiones de ambos intelectuales arielistas eran divergentes en lo político. Los jóvenes futuristas deseaban sostener la desvencijada Republica Aristocrática.
En cambio, el autor de una formidable biografía de “La Mariscala”, veía agotado el régimen civil-pierolista luego de la irrupción plebeya de 1912 y, tras la muerte de Billinghurst en 1915, notaba que las nuevas clases medias ilustradas estaban a la búsqueda de un nuevo cesar. De ahí se entiende que las crónicas periodísticas del escritor que firmaba como el “conde de Lemos” expresen una aguda crítica contra el parlamento como reducto de un patriciado agónico.
La “Revista Colonida” (1916) significó, dentro del arielismo de su generación, una nueva voz, menos limeña y más provinciana. Menos patricia y más cesárea. La consagración en el firmamento lirico de Gabriele D’Annunzio (1863-1938) y su “nacionalismo heroico” inspiraron a Valdelomar quien recordando al filósofo idealista Thomas Carlyle (1795-1881) decía que este: “Diferenciaba entre sus héroes al guerrero y al poeta. (Y que) De vivir en nuestro tiempo … habría tenido que crear un nuevo espécimen en su teoría: el “guerrero-poeta”, que vendría a resultar algo así como el superhombre de que nos habla con tanta complejidad y genio, el loco sublime de Federico Nietzsche”
De manera semejante Valdelomar devino en un “poeta-político” tras su acercamiento a un antiguo partidario de Billinghurst: el político y sociólogo evolucionista Mariano H. Cornejo con quien auspicio en el regreso del presidente Leguía visto con un nuevo cesar “democrático y reformista”.
Con la llegada de la Patria Nueva (1919), Valdelomar realizo una gira por el país para difundir los sentimientos nacionalistas y acercar las provincias olvidadas al quehacer nacional. Fue elegido diputado en el congreso regional del centro, cuerpo político creado en la constitución leguiista y, mientras se desempeñaba esta representación en Ayacucho, lo sorprendió la muerte con tan solo 31 años.
Mucho se ha escrito sobre la magnífica obra literaria de Valdelomar, pero su ideario político, su nacionalismo arielista o su cesarismo plebeyo han sido olvidados para no incomodar al progresismo cultural reinante.

Mira más contenidos en Facebook, X, Instagram, LinkedIn, YouTube, TikTok y en nuestros canales de difusión de WhatsApp y de Telegram para recibir las noticias del momento.