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Vacancia: Ni ansiosos ni alarmistas

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Fecha Publicación: 17/11/2024 - 22:00
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La presidenta Boluarte vive estos días dos realidades: la internacional, en donde la llenan de honores y elogios los líderes que participan de APEC, incluso inaugura —a distancia— el Mega Puerto de Chancay con el presidente Xi desde Palacio de Gobierno. El ministro de Malasia la llama “mujer de hierro”. Está viviendo una etapa ilusoria y festiva. Sin embargo, la resaca será algo dolorosa.
Y es que, al mismo tiempo que frasea entusiasta “Hanan Pacha” en vez de decir “Qhapaq Ñan”, se profundiza su desconexión con el Perú popular, al punto que su aprobación —y la de sus aliados parlamentarios— llega a niveles que se acercan al margen de error. La frivolidad, incapacidad y corrupción del régimen cada vez se hacen más evidentes, y el desborde del tema de seguridad —y su terquedad de no destituir al ministro Santiváñez— la están llevando al filo de la desgracia política.
Repetiré en esta tribuna que no creo que el calendario electoral se modifique, pero que —y esto lo dije hace algunos meses— no es seguro que sea Boluarte la que entregue la banda presidencial en julio de 2026. Hoy esta percepción se ve fortalecida a partir de los errores y desatinos seriales de su gobierno, que incluyen desde su poca capacidad de enmienda hasta su trato envenenado con la prensa. La vacancia ya no es un concepto que despierte gran ruido, como quizás lo era hace pocos meses. Incluso el inteligente periodista César Campos lo ha descrito con sagacidad y contundencia en un artículo en Diario Expreso hace un par de semanas.
¿Es una urgencia real vacar a Boluarte? La verdad es que no, ya que nada cambiará, pues la coalición que gobierna con ella sería la que se haga del poder, seguramente a través de alguien de APP/Acuña y el respaldo de FP/Keiko. Pienso que seguiríamos en una decadencia similar, sin cambio de norte. El gobierno parlamentarizado y su repartija, más que segura a la caída de la ex cajera de Perú Libre, no significarían ninguna reforma o plan efectivo para el bienestar de las mayorías nacionales. Los ansiosos de la vacancia tienen, cada uno, un plan diferente para aprovecharse de aquella situación: unos para medrar, tal vez, y otros para reivindicar al encarcelado Castillo.
¿El país se hundiría en el caos si Boluarte es vacada? Claro que no. Se daría la sucesión constitucional e iríamos a elecciones en los mismos términos. Todo más o menos igual. Por eso discrepo con algunos políticos, incluso alguno de mi partido, el PAP, que fungen de bomberos sobre el tema vacancia, vaticinando que todo se destruiría si Boluarte es despojada constitucionalmente del poder por el Congreso. Hay que investigar a esos alarmistas; quizás algún recomendado tienen en altos puestos del gobierno o algún negociado con algún ministerio.
Creo que los parlamentarios aguardarán a que la presidenta Boluarte haga la convocatoria a las elecciones generales de abril de 2026; a partir de allí analizarán qué les conviene más: si mantenerla o decapitarla. Eso lo resolverán de acuerdo a sus intereses, no a los de la patria.
Ni ansiosos, ni alarmistas. Construyamos los grandes debates sobre las necesidades de la gente, de la agenda social postergada, para que sean parte de la decisión popular de abril de 2026.

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