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Una investigación ineludible

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Fecha Publicación: 16/06/2025 - 22:50
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Gracias a la iniciativa del almirante Jorge Montoya, por fin se va a investigar la muerte de Alan García Pérez, cuestión crucial porque estamos seguros de que se probarán los delitos de fiscales corruptos y la mafia política y mediática que complotó contra el exmandatario.
Al presidente lo investigaba la fiscalía por presunta receptación de sobornos de Odebrecht en su segundo gobierno para adjudicarle la ejecución de obras en el Metro de Lima y la construcción de la carretera Interoceánica. Además, se le cuestionaba un pago de US$ 100.000 por una conferencia en São Paulo.
Alan acudió puntualmente a todas las citaciones y demostró que jamás había recibido prebendas; sin embargo, en noviembre de 2018, irregularmente se le impuso impedimento de salida del país por 18 meses.
Con la medida restrictiva se hizo indiscutible que la indagación era una grosera persecución política. Por eso, García solicitó asilo en la embajada de Uruguay en Lima, pero por la presión ejercida por el gobierno de Vizcarra y la gestión miserable de Pedro Cateriano en Montevideo, se lo negaron.
El 17 de abril de 2019 se ordenó el allanamiento matonesco de la residencia presidencial y la detención provisional. Fue entonces cuando Alan García se suicidó en un acto extremo de defensa de su honor y libertad.
Hubo muchas cosas turbias. Primero, las órdenes coactivas en sí mismas; segundo, el descarado espionaje telefónico desde la puerta de la casa; tercero, la no asistencia del fiscal titular al allanamiento; cuarto, la realización de un Consejo de Ministros en la madrugada; quinto, la publicación de un tuit que celebraba la detención antes de que ocurriera; sexto, la transmisión anticipada de “la noticia”; séptimo, que no se cuidara la integridad física del presidente en plena intervención.
Como ha dicho Jaime Villanueva, exasesor de la Fiscalía de la Nación, se gestó una conspiración en contra de Alan; y hubo un “cerco judicial” organizado por los fiscales Rafael Vela y Domingo Pérez junto al directivo de IDL, Gustavo Gorriti, quien hizo hasta un brindis celebratorio.
En lo personal, creo que sí se complotó. Vizcarra y la red de medios caviares y antiapristas querían ver al presidente enmarrocado y con chaleco de detenido. Odio que ahora se comprobará al detalle y que debe culminar con el castigo penal de todos los implicados.
Alan no ha muerto, vive en la memoria del pueblo y vengar su muerte es un deber ineludible.

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