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Una familia que no abandonó

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Fecha Publicación: 02/01/2025 - 22:00
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Sí, una familia se conoce en momentos difíciles, ya que la fortaleza familiar se mide en cómo se levanta y se reconstruye después de los momentos sometidos al estrés, al abuso, a la impotencia de no poder hacer nada ante un poder oculto que busca venganza, y en muchos casos, a cambio de dinero. Incertidumbre ante la falta de recursos para continuar la batalla legal, indiferencia de gobiernos que pasaron sin pena ni gloria, insensibilidad total de autoridades para reconocer un derecho, y soledad también en momentos donde las fuerzas y sentimientos flaquean ante el abuso de poder.
Han transcurrido 25 años en prisión de una persona que no ordenó, ni recibió orden alguna, ni tenía mando para atentar contra los derechos humanos de las personas. Sin embargo, los juzgadores se valieron, entre otras, de la “Autoría Mediata”, basándose en el supuesto de que si “el subordinado hizo algo indebido e ilegal, el jefe debió tener conocimiento”. Juicio tras juicio, vulneraron la Constitución en el tiempo y las circunstancias. El objetivo era mantenerlo en prisión y, si es general, mejor aún, pues habría una mayor compensación. Siempre se dijo: “No queremos impunidad, queremos justicia”.
Lo trascendente de toda esta situación es que la gran mayoría de peruanos pudo apreciar, mediante los medios de comunicación, el insensato abuso contra los militares y policías que tuvieron el honor de vencer al terrorismo, constituyéndose en una generación que vivió la esencia y filosofía de la carrera militar. No fueron teóricos, los resultados son evidentes. Por otro lado, se puede apreciar lo vil, deleznable, despreciable y mezquino de los perdedores, quienes demuestran que no les interesa el Perú ni su gente, sino su propio interés.
La familia del General EP Juan Rivero Lazo debe sentirse orgullosa porque dio una muestra y ejemplo para todos: al soldado o a un ser humano no se le abandona a pesar de cualquier dificultad. Ellos fueron el soporte moral y fundamental para que, después de 25 años privado de su libertad, salga fortalecido, de pie y con la frente en alto, habiendo contribuido con la democracia que hoy vivimos en nuestro país. En estos largos años sucedieron muchas cosas familiares y coyunturales que, desde adentro, lamentablemente no podía hacer nada. Su esposa, hijos y familia en general tuvieron la resiliencia para soportar este proceso, equilibrando sus recursos y necesidades familiares, y con una fe en Dios que nunca desampara.
Lo lamentable de todo este hecho es que aún existen muchas familias de militares, particularmente en el Ejército: 151 procesos judiciales, con investigación fiscal 687, internos 39 y con orden de captura 47. Continúan pasando las mismas circunstancias de incertidumbre, los mismos abusos, la misma insensibilidad de autoridades e instituciones que se niegan a cumplir leyes dadas constitucionalmente, lo que evidencia una absoluta falta de decisión política y liderazgo.
A todas las familias afectadas y que, lamentablemente, están pasando por circunstancias similares, nuestra solidaridad y fortaleza para soportar estos embates de la vida que no buscaron. El soldado fue a cumplir una misión y la cumplió. Sin embargo, Dios y la Patria les tendrán reservado un lugar preferente.
“La ingratitud es una enfermedad de la mente”.

Por Gral. Div. EP Ronald Hurtado Jiménez

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