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Una entrevista con Mario Pozzi-Escot

Fecha Publicación: 27/05/2023 - 20:30
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Hace dos semanas, el cineasta Mario Pozzi-Escot me hizo una entrevista para “Butaca del fondo”, de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos, en un ciclo con el que intenta capturar la memoria de lo que acontece en nuestro país, a través del testimonio de escritores, pintores, ensayistas y catedráticos. Realmente fue un honor que Mario considere mi testimonio como un registro para la memoria.

La cita fue en El Juanito de Barranco, lugar emblemático para quienes hemos dejado años en el más tradicional de los distritos de esta Lima enorme que no termina de reconfigurarse. Allí, tutelados por sus paredes, por ese silencio que hemos derrotado tantas veces, con las ocurrencias de sus visitantes, o la guitarra de Tafur; Mario me lanzó la primera pregunta: “Háblame de tus padres, ¿cómo empezó todo esto?”. Le hablé entonces de mis padres, del policía mormón que conoció a la monja católica el 31 de mayo de 1970, en Yungay, la tarde cuando tembló la tierra y un alud sepultó las ciudades de Yungay y Ranrahirca.

Fue así: mi padre acudió a la iglesia en busca de su amigo el sacerdote, “el sacerdote no está”, le dijo Sor María del Socorro, en ese momento un sismo de 7.9 hizo que mi padre, guiado por su instinto de protección, tomara del brazo a Sor María y la llevara hacia el cementerio. Desde allí, con otras noventa personas, fueron testigos de un acontecimiento macabro: una ola gigante de hielo, lodo y piedras, desapareció la ciudad en la que apenas, hace minutos, se conocieron. Las estadísticas afirman que fallecieron más de ochenta mil personas. “Soy hijo de lo imposible”, le respondí a Mario, mientras le narraba los acontecimientos y la gran lección que me dejó su historia. “Ahora, cuéntame sobre tu generación”.

Yo nací en abril de 1978, tres meses antes de que se instale la Asamblea Constituyente presidida por Víctor Raúl Haya de la Torre; viví la infancia en los ochenta cuando extremistas de izquierda asolaron el país con bombas y asesinatos; la juventud durante la autocracia fujimontesinista. Nos iniciamos en la acción política protestando contra la destitución de los magistrados del Tribunal Constitucional, los psicosociales, la Ley de Interpretación auténtica que facultó a Fujimori postular a la presidencia, por tercera vez. Recuperamos la democracia y la pusimos en manos de miserables que no estuvieron a la altura de su responsabilidad histórica: Toledo, Humala, PPK, Vizcarra, Castillo, han sido los protagonistas de un corso trágico que ha hecho de la política el más abyecto de los escenarios. Aun así, persistimos, avanzamos entre millennials y centennials con quienes compartimos la revolución de las telecomunicaciones y la precipitación de un mundo por el que no hemos perdido nuestra capacidad de asombro.

La edición de casi treinta minutos me permitió hablar de literatura, de los autores a quienes retorno, de la esperanza; esa palabra a la que deberíamos construirle una bandera. Querido Mario, gracias por la precisión de tus preguntas.

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