Una actriz peruana en el mapa global
Durante décadas, el sueño de ver a una actriz peruana con presencia internacional parecía lejano. Salvo contadas excepciones, el Perú ha estado ausente en las grandes pantallas y escenarios del mundo. Sin embargo, en los últimos años ese panorama ha empezado a transformarse: las producciones internacionales miran con mayor interés hacia talentos peruanos.
En ese contexto aparece Daniela Ichiyanagui, actriz peruana con raíces japonesas que hoy construye su carrera en Nueva York. Conversar con ella es constatar la seriedad de una apuesta personal que se convierte también en símbolo colectivo. Desde el inicio me confesó: “Desde pequeña sentí la necesidad de contar historias y de conectar con los demás a través de la emoción. La actuación me dio un espacio donde podía transformar mis vivencias personales en personajes que resuenen con el público. Es una forma de explorar quién soy, pero también de darle voz a realidades más grandes que yo. Con el tiempo entendí que la actuación no solo era una pasión, sino también un compromiso con el arte de conmover y transformar al público.”
Formada en instituciones como el Lee Strasberg Theatre & Film Institute, Daniela combina el rigor académico con la experiencia del escenario. Como me explicó: En la práctica profesional, en el escenario o frente a la cámara, uno aprende la escucha, la intuición y la adaptación constante. Creo que la combinación entre la escuela y la experiencia real es lo que permite a una actriz crecer con solidez y autenticidad.”
Su trayectoria incluye clásicos como Macbeth o Fuenteovejuna, pero también experiencias que la colocan en el centro de la cultura internacional. Fue la protagonista de la campaña de Tiffany & Co., premiada con dos Leones de Plata en Cannes Lions 2025. Ella lo describe así: “En publicidad el desafío es condensar la esencia de una marca en segundos. En el caso de Tiffany & Co., se trataba de transmitir elegancia, fuerza femenina y atemporalidad sin palabras, solo a través de la presencia.”
Ella me dijo que en una ciudad tan competitiva como Nueva York lo que la hace destacar es ser fiel a su esencia, apoyarse en su formación internacional y su identidad multicultural, adaptarse a distintos estilos de trabajo y no intentar encajar en moldes, sino mostrar lo que la hace única.
Quizá lo más revelador fue cómo definió su oficio: “Usar el término ‘actuar’, para mí, no es el más indicado. Cuando alguien me dice que estuve ‘actuando’, para mí es lo peor, porque siento que fui falsa, que se vio forzado. Para mí, la actuación es hacer de verdad, vivir las circunstancias imaginarias como si fueran reales, en el aquí y ahora, momento a momento. Cuando logro estar completamente presente y después pienso ‘estuve en el momento’, sé que ahí ocurrió la verdad de la ‘actuación’. Y me encanta, me apasiona este oficio, porque lo considero un acto mágico y tan puro: los actores entregamos cuerpo, alma y corazón para habitar personajes, y a través de nosotros somos un canal para que esas historias cobren vida.”
Por Sol Pozzi-Escot
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