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Un pecado capital

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Fecha Publicación: 02/08/2025 - 21:00
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El alcalde de Lima, tiene, a pesar de su pregonada religiosidad, una actitud permanente de soberbia, incompatible con tal religiosidad y con su condición de autoridad de un gobierno local.
Debo reconocer, que la intención de proporcionar mejores condiciones de transporte a la población menos favorecida de Lima Este, es encomiable. De igual modo, debemos reconocer, que “chapar al vuelo” una oportunidad para adquirir vagones y locomotoras, que se estaban reemplazando por modernización en USA, es una acción muy positiva. Ya quisiéramos que la calidad y estado de nuestros vehículos de transporte público, se acercara al de esos vagones y locomotoras.
También es comprensible, que no haber contado con transporte ferroviario de pasajeros por tantos años y la falta de preservación de la “servidumbre de vía”, han permitido un deterioro de las mismas, las que ahora demandan un mantenimiento integral y puesta al día.
Sabemos que, lo óptimo sería (i) un proyecto con vías y equipamiento moderno y de última generación; (ii) que la segunda mejor opción sería instalar la doble vía, que permita trabajar, desde el inicio, con los vagones y locomotoras adquiridos, con mayor frecuencia de viajes y volumen de pasajeros; y (iii) finalmente, la más barata, menos eficiente, pero más rápida de implementar de todas, poner en operación el equipo rodante ahora disponible.
La primera de las opciones, es un proyecto nuevo, que no tiene trazo ni ingeniería y que, ponerlo en marcha, tomaría tanto tiempo y costo de inversión, como las líneas del metro actualmente en construcción.
La segunda opción no está negada y, entendemos, se trata de una segunda etapa a la opción hoy impulsada por el alcalde. Sin embargo, este proyecto demandará recuperar la “servidumbre de vía”, construcción y montaje de esta segunda línea, así como la construcción de estaciones y paraderos del ferrocarril, que los atienda.
Finalmente, la opción más humilde, esto es, operar los vagones y locomotoras recibidos, requiere asegurar la vía existente y reemplazar los durmientes, que, por fatiga de material, podrían ofrecer un riesgo ante un tránsito de mayor frecuencia y velocidad al existente (ahora con vagones de carga). De igual modo, adecuar paraderos y estaciones a los requerimientos de los actuales vagones, así como, diseñar y gestionar autorización de la ATU y MTC, para los cruces de vía y protección ante el tránsito vehicular y, finalmente, construirlos.
Para cualquier gestor de proyectos, es evidente, que éste es un trabajo pesado y engorroso, sujeto a los designios de la burocracia de turno y que, mejor es tener la buena voluntad del concedente de tales autorizaciones.
Si el alcalde de Lima hubiera tenido la humildad (astucia) de acercarse al gobierno central, planteando un proyecto colaborativo, de mutuo beneficio político, lo más probable es que hubiera recibido el apoyo y estuviera encaminado. Pero no, la soberbia afloró y ninguneó al MTC. La reacción inmediata, de quien vio amenazado “su reino de información”, fue mostrar los reglamentos y pedir que presenten expedientes técnicos por mesa de partes… Claro, como no es Petroperú, no se acepta.

Por Carlos E. Gálvez Pinillos

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