Un paseo por el color de Burano
En noviembre vine a visitar Venecia. La temperatura ronda los 8 grados durante el día y los 4 por la noche. Pero teníamos mucho viento y debido a la alta humedad (75 %), ¡la temperatura parecía ser -2! Esto no nos impidió pasear por Venecia. Una ventaja es que hay menos turistas, aunque estuvieran allí como nosotros. El cielo estaba cubierto de nubes y gracias al reflejo del agua del mar, había adquirido un maravilloso color gris verdoso que cubría Venecia. La plaza de San Marcos sigue tan hermosa como siempre y perderse en el laberinto de calles es un verdadero placer. Aprovechamos para hacer un viaje de foodterapia. Probamos platos típicos venecianos, como la pasta con tinta de calamar, los bigoli; una pasta larga y espesa con salsa de anchoas, el baccalao mantecato, el fritto misto de pescado y marisco, además de café y pasteles.
Cada iglesia que visitas tiene pinturas increíbles. Fuimos a dar un paseo por los Giardini pero no pudimos entrar al espacio de la bienal porque estaba en obras de renovación. Fuimos al Palazzo Grassi para ver una preciosa exposición de Julie Mehretu, nacida en 1970 en Etiopía y residente en Nueva York. También fuimos a visitar Burano, que no debe confundirse con Murano. Es un pueblo muy pequeño a una hora de la Piazza San Marco en autobús acuático. Cada casa está pintada con colores vivos y bien vale la pena el viaje. También tuvimos un delicioso almuerzo allí. Hicimos un recorrido en góndola. Nos dijeron que en el siglo XVI (siglo XVI) había 10.000 góndolas en Venecia. Ahora sólo 400. Pero en aquella época todo se transportaba por ese método. Hoy en día son principalmente turistas. Ahora, por supuesto, la mayoría de las mercancías se transportan en barcos con motor. La actividad es visible, ya que hay un continuo ir y venir de personas y mercancías en los numerosos muelles. En promedio caminábamos entre 6 y 7 kilómetros por día.
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