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Un país sin leyes ni seguridad pública

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Fecha Publicación: 04/05/2024 - 23:00
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Pecando de ser cansinos, insistimos en calificar como anomia (RAE: ausencia de ley; conjunto de situaciones que derivan de la carencia de normas sociales o de su degradación) al estado de cosas en que se encuentra el Perú, desde que una tribu de atrabiliarios comunistas secuestró el Estado tras urdir unas, sin la menor duda, tramposas elecciones, haciéndose del poder durante año y medio. Hasta que quien encabezaba aquel movimiento decidiera dar un golpe de Estado. El Congreso de la República lo vacó, y un Juez ordenó su prisión temporal; mientras la Justicia cumple teóricamente su función para condenarlo a décadas de carcelería.

Hace demasiado tiempo sobrevivimos desamparados de los códigos Civil y Penal, indispensables para arbitrar la convivencia entre 33 millones de seres humanos. ¡Hoy el caos es intolerable! Adicionalmente, un millón de venezolanos ingresaron al Perú gracias a un sujeto llamado Pedro Pablo Kuczynski (queriendo lucirse como gran demócrata ante la aldea mundial).

Entre ellos entraron decenas de miles de maleantes de diversas bandas criminales, sujetas a códigos desconocidos para el hampa local. Hace dos años que esta ralea maneja buena parte del Perú a base de sangre, fuego, secuestros, saqueos y asesinatos. Mientras tanto, nuestras fuerzas policiales siguen tanto o mucho más desconcertadas, parapléjicas, hasta ausentes que el primer día que arrancó a operar esa ola delincuencial que, desde entonces, ha terminado con, o malogrado la vida de muchísimos peruanos.

Pero los efectos de esa anomia no se reducen a un infierno delincuencial. Asimismo, afecta –y demasiado– la convivencia cívica entre peruanos. Porque ahora tampoco rigen acá los códigos Civil y Penal, normando la cohabitación entre peruanos. Hoy el país es también un hervidero político. Porque la política precisamente no regulada por los códigos Civil y Penal es otro instrumento usado por los caviares para corroer –todavía más, si se puede– la convivencia ciudadana.

La razón es simple. A falta de códigos legales, prevalece la ley de la selva, que es la que hoy manda en este país. Con un problema adicional. La Justicia en general (léase Ministerio Público y poder Judicial) está secuestrada por la mafia transnacional de los caviares.

¡Por tanto, no existe fácticamente! Sólo prevalece la ley de la selva –la de los caviares– que opera chantajeando a los jueces y fiscales instrumentalizándole los códigos Civil y Penal para amedrentar a los policías, magistrados, inclusive tribunos (TC), obligándoles a dictaminar según las instrucciones que reciban de aquellos gorritis, garcíasayanes, basombríos y demás popes de esta logia criminal que ilícitamente ahora manda acá.

Mientras la ciudadanía y el Congreso (que la representa) no digan ¡Basta!, quienes no profesamos el culto caviar seguiremos hundiéndonos en el fango de la miseria, la prepotencia e ignominia; y probablemente, encarcelados. ¿Somos tan poca cosa que no podemos decirle basta al Congreso, y demandar que reponga las cosas al estado en que estuvo el Perú la primera década de este siglo, cuando los caviares no mandaban y el Perú y su ciudadanía florecieron como nunca en su historia?

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