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Un pacto venal, indigno y traicionero

Fecha Publicación: 22/01/2019 - 22:30
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Hagamos el ejercicio sencillísimo de recordar hechos encuadrándolos en la coyuntura. Esta columna ha sido coherente al denunciar actos que anticiparían lo que ahora se confirmaría: la gestión PPK-Vizcarra se habría coludido con un segmento politizado de la Fiscalía de la Nación para direccionar las investigaciones sobre el affaire Lava Jato, a afectos de salvarle las espaldas a Odebrecht, Graña y Montero, Kuczynski, Humala,  Villarán; y de otra parte, para canibalizar básicamente a Keiko Fujimori y Alan García.

La impronta del fiscal/galán Domingo Pérez habría servido de origen para instalar todo un tinglado mediático-jurídico encaminado a conseguir este pervertido propósito. Tan pronto aparece la figura de Pérez los medios vendidos al oficialismo –por la publicidad estatal– decidieron utilizarla como efigie para establecer las bases de esta estrategia. Con el apoyo incondicional de Palacio de Gobierno y el respaldo absoluto del clan de la concentración mediática –enredado en el escándalo Odebrecht a través de uno de sus accionistas–, la imagen de Pérez fue convertida en icono de la lucha anticorrupción. Es más, cualquier crítica contra Pérez sería considerada poco menos que traición a la patria. En este camino, la presencia de Pedro Chávarry, un fiscal de la Nación ajeno a la fracción politizada que venía encumbrándose en el Ministerio Público, liderada por Pérez y su jefe Vela, se convertiría en piedra en el zapato. Consecuentemente había que removerlo. Nada complicado. Bastaría usar la aplanadora del Ejecutivo, sumada a la claque mediática de la concentración periodística, para dinamitar el nombramiento de Chávarry. Así fue. Pero en el ínterin había que ajustar otras tuercas. Empezando por meter presa a Keiko Fujimori e intentar hacer lo propio con Alan García. Aunque esto último no sería así de fácil. Tras una arremetida mediática –con ecos palaciegos– al menos consiguieron impedirle la salida del país, hecho que fue aprovechado por la prensa envilecida para demoler la figura del exmandatario, lo que, sumado a la prisión de Keiko, serviría de fuegos artificiales para ganar tiempo y consolidar el andamiaje necesario para coronar la maniobra del oficialismo dirigida salvar a los suyos y liquidar a los opositores. Esta táctica incluiría suscribir el cacareado acuerdo con Odebrecht, el cual, según el Gobierno y la facción politizada del Ministerio Público, permitiría fulminar a García y Fujimori a través de sendas declaraciones de Odebrecht y sus esbirros brasileños.

Durante este tiempo la dupla palacio-fiscales/galanes elaboraría aquel documento, en términos que constituyen una infamia nacional. Lo denomina “Acuerdo Preparatorio de Colaboración Eficaz y Beneficios”. Inconsultamente lo rubrica el fiscal/galán Pérez a nombre del Perú, junto con Odebrecht, aquel paradigma de la corrupción continental. El pacto se mantendría en secreto desde diciembre, aguardando la fecha oportuna para lanzarlo. Pero se filtró a los medios. Recién entonces el Perú confirmaría que la dupla palacio-fiscales/galanes habría suscrito un vil Acuerdo de traición a la patria, estampándolo en términos de absoluta rendición del Estado, y concertando asimismo el salvataje a Odebrecht, Graña y Montero, PPK, Humala, y Villarán. Este hecho indigno debe ser investigado y severamente castigado.