Un líder desbocado

López Obrador es todo lo que un líder no puede permitirse ser. En primer lugar, desconoce su obligación constitucional de observar el principio normativo de cooperación internacional para el desarrollo desde su rol de conducción de la política exterior sin importarle perjudicar el potencial incremento de las exportaciones al mercado peruano que solo el año pasado superaron los 2,800 millones de dólares.

Incluso, no mide las consecuencias y perjuicios que podría originar para la propia economía mexicana con la aplicación de multas por parte de la Organización Mundial de Comercio ante el incumplimiento de tratados y acuerdos comerciales ni se inmuta ante la pérdida de oportunidades de negocios en perjuicio de los empresarios mexicanos.

La poca exitosa gestión del mandatario en política exterior no se ha orientado a fortalecer lazos de cooperación internacional sino a apoyar abiertamente a gobiernos dictatoriales como Venezuela, Cuba y Nicaragua, se ha caracterizado por debilitar al cuerpo diplomático de carrera reemplazándolo por funcionarios de su confianza y entorno. La crisis de las relaciones mexicanas se ha reflejado en la ausencia de medidas concretas con enfoque humanitario ante el incremento del flujo migratorio centroamericano que ha tomado a las tierras mexicanas como país de paso a los Estados Unidos. Esto, sumado a la poca voluntad de AMLO para participar en eventos de representación internacional delegándola en su secretario de Relaciones Exteriores.

Su actitud con la Alianza del Pacífico es una muestra del poco valor que le da a los estrechos lazos comerciales que tiene el país mexicano con los países que lo integran, entre los que se encuentra el Perú con el que ha manifestado su voluntad de romper vínculos comerciales por considerar a quien hoy nos gobierna, como usurpadora del poder sin reconocer que fue el golpe de Estado de Pedro Castillo el que dio pase a la sucesión constitucional.

Y es que López Obrador parece simpatizar con dictadores como Evo Morales a quien en el 2019 ofreció asilo político por “motivos humanitarios” desafiando sus relaciones diplomáticas con Estados Unidos y a su propia política de no intervención al enviar una aeronave del ejército mexicano para el recojo de Morales, situación que causó el rechazo del pueblo mexicano.

Lo cierto es que nuestra Constitución Política es clara y no cabe injerencia extranjera que pretenda desconocerla. Es deber del Estado defender nuestra soberanía y es atribución de quien ejerce la Presidencia cumplir y hacer cumplir la Constitución, dirigir nuestras relaciones internacionales y representar al Estado peruano. Y el cumplimiento de tales disposiciones constitucionales no se somete a personalismos ni a brisas ideológicas que solo pretenden socavar nuestra institucionalidad democrática.

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