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Un grave vacío de autoridad moral

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Fecha Publicación: 12/02/2025 - 22:50
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La lógica de la vida y el sentido común para interpretar hechos, cuando la relación causa-efecto muestra una constante inalterable de colisión entre la virtud y el vicio o desvalor, nos enseñan que debemos cuidarnos mucho de permitir el ingreso a nuestro entorno privado y a nuestra intimidad en el pensar de aquellas personas que hablan bonito, con gran alarde de cultura, de buenos modales y con una prédica de virtudes que, en abstracto, nadie rechaza, cuando percibimos que ese discurso verbal y lenguaje corporal, envueltos en una impecable imagen, no se condicen con las acciones públicas, discursos y conductas de vulgaridad o que solo se usan como medios de manipulación y sin ninguna pizca de virtud ni efectos beneficiosos, condición que, por la buena fe de las gentes, casi nunca se cuestiona y se tiende a aceptar el disfraz, hasta que este cae y se presenta el peligro social descarnadamente ante toda una sociedad ávida de confiar en alguien.
El descubrimiento de la ausencia de autoridad moral hace que la desconfianza social se incremente a niveles incalculables, aunque, a veces, en el transcurso de ese descubrimiento y no teniendo otras alternativas, la sociedad admita comportamientos inmorales y hasta delictivos, como cuando terminó aceptando el “que robe, pero que haga obra”.
El corolario de todo esto, aunque siempre toda regla tiene excepciones que cada día son mínimas, es que los que llegan al poder roban, no hacen obra, se corrompen y dejan a la sociedad inerme ante el crimen, porque ya no hay Estado de derecho que le garantice la paz social. Miles de obras públicas paralizadas, incompetencias cínicas en la gestión pública sin ningún resultado donde el beneficio sea mayor que el costo, desorden, controles ineficientes, cientos de investigaciones penales en contra de funcionarios de las altas direcciones de entidades estatales con una fila de gerentes detrás de ellos, y una población a la que todo el mundo maltrata de la peor manera en la atención diaria, con pérdidas de tiempo, engaños, manipulación y sugerencia de pago de coimas. Esto y mil situaciones indeseables más han ido provocando el desprestigio institucional y la desconfianza ciudadana ante todos los sectores del Estado.
No es posible que cada año la corrupción se lleve más de veinticuatro mil millones de soles. No es tolerable ver a los expresidentes en fila para sus juzgamientos penales por corrupción, y tampoco es aceptable su cinismo al seguir negando lo evidente y su pretensión de manipular para llegar al poder. Con el destape de las actividades de USAID, casi toda la prensa está amagada, y solo hay que esperar un poco para saber cómo se financiaban campañas en contra de la democracia.
¿Cómo decirle a la población que crea en lo que puedan acordar líderes de instituciones, todas ellas desprestigiadas hasta el suelo, sobre soluciones que nunca llegan? Lo que sucede es que, para la población, ya no tenemos líderes con autoridad moral. Ojalá que alguno aparezca por allí.

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