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Un gobierno sin vergüenza

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Fecha Publicación: 06/06/2020 - 22:20
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Vizcarra hace tan mal las cosas que, por donde se le mire, está destruyendo en forma sostenida al país. En el ámbito constitucional, político, social, económico, diplomático, etc. En primer lugar, manipuló contra su mentor PPK, al extremo de conspirar con el fujimorismo para que el Congreso lo designase en su reemplazo. Después traicionaría al Legislativo que lo nombrará a dedo. Para ello ensambló una campaña difamatoria en su contra, que acabó no sólo fulminando a aquel poder del Estado sino lastimando los mismísimos cimientos de nuestra Democracia, deviniendo en un infamante golpe que concluyó en la clausura del Parlamento, y la convocatoria a comicios para elegir –apresurada e improvisadamente– a un nuevo poder Legislativo –se suponía que sólo por el período que restaba de mandato del anterior– el mismo que ha resultado siendo claramente contrario al momento económico y sociopolítico.

Respecto a los países vecinos, hemos señalado que Ecuador, Chile –y recientemente Bolivia– han adoptado procesos serios, conscientes y viables, para enfrentar el embate de la pandemia Covid-19. El régimen boliviano acaba de eliminar sendos ministerios –como de Cultura y Comunicación, además de embajadas en naciones como Irán– que claramente conducen a generar gastos, burocracia y consecuentemente ineficiencias, restándoles presupuestos a las auténticas necesidades del país. Sin embargo Vizcarra ha sido incapaz de articular una verdadera estrategia para privilegiar el gasto y tener, como el gran objetivo, paliar los efectos sanitarios como los económicos del Covid-19. La medianía, el compadrazgo, la figuración, el rating, la ideologización, la corrupción y demás vicios, constituyen el único norte del régimen Vizcarra. Por eso el Perú está tal como lo vemos: retrotrayéndose a los tiempos de miseria y autoritarismo de los cuales nos habíamos alejado con enorme esfuerzo y perseverancia. La semana que pasó, la calificadora de riesgo Fitch redujo el grado triple A que, con enorme sacrificio, obtuvo el Perú durante los años 90.

Una gota de agua más en este mar de atentados contra lo que la izquierda llama “el sistema”. Que no es sino aquella única estrategia que ha funcionado –con enorme éxito–, al punto de convertir al Perú en país estrella a nivel internacional. Pero Vizcarra es un auténtico polichinela de la izquierda progre marxista que sólo privilegia cuidar su imagen para evitar entrar en barrena y caer en manos de la Justicia. Estamos entonces seriamente entrampados.

A qué extremo habrá llegado el deterioro internacional del Perú, que embajadores de cuatro países emblemáticos de la comunidad internacional –Francia, Canadá, Australia y Colombia– remitieron el viernes una carta el presidente del Congreso peruano expresándole su “profunda preocupación ante medidas como las previstas en la Ley 31018 (concesión de peajes) que vulneran seriamente la estabilidad y seguridad jurídica y contractual. También, comprometen peligrosamente las inversiones privadas tan importantes y necesarias en un contexto como el actual en el Perú (…)”. La carta, con claro tono imperialista, hasta la tarde de ayer temerariamente no era respondida por el presidente del Congreso. Más grave aún. Relaciones Exteriores seguía pintado en la pared. ¡Tenemos un gobierno sin vergüenza!