Un Gobierno incompetente en tiempos difíciles
No hay estadista que mire al piso al caminar porque sin visión de futuro no podrá adelantar respuestas a posibles escenarios nocivos para su país.
La situación empeora, sin retorno, si un gobierno se dedica a destruir la institucionalidad democrática, a paralizar la economía para un empobrecimiento general, pero rodeado de un mundo de sólidos indicios de corrupción.
El colmo de la desgracia política es que lo haga sin oposición y con gente que de gestión pública sabe nada o casi nada.
Una mínima visión de futuro ya nos ponía en alerta cuando se derramó el crudo de petróleo en Ventanilla porque aparecieron datos sobre la ínfima cantidad de reservas energéticas con las que contaba el país.
Se conocía que el agro en el Perú requiere de fertilizantes importados en una proporción muy grande.
Era más que evidente que, al no ser productores de trigo ni de maíz en forma masiva, cualquier desajuste internacional nos iba a poner en un estado caótico de escasez.
Todos desde el Gobierno miraron sin analizar el movimiento de tropas rusas cercando a Ucrania bajo el disfraz de simples maniobras militares cuyo hecho merecía una evaluación estratégica de posibles escenarios que no descartaran la invasión de Ucrania como respuesta rusa al avance de la OTAN, porque se supone que en el Perú contamos con militares, diplomáticos y expertos en inteligencia que podían haber advertido de lo que se venía.
Todo el panorama descrito tenía que llevar al Gobierno a masificar compras asegurando adecuados centros de almacenamiento, mientras trabajara disposiciones económicas con técnicos idóneos para paliar la reducción de la producción que se avecina, la escasez y el alza de los precios.
En el Perú, como siempre, esperamos que los problemas nos estallen en la cara para recién reaccionar asumiendo un costo gigantesco que siempre lo pagan los más pobres.
Si se tenía que comprar masivamente, también era necesarios vender mucho más aquello que más divisas trae al país, la minería y la agroexportación para equilibrar el gasto con los ingresos. Se prefirió bloquear la actividad de las más grandes empresas que operan los yacimientos más importantes de modo que vamos a gastar sin vender lo suficiente.
El problema es que, en una situación deficitaria en el mediano plazo, no habrá forma de comprar fertilizantes y en la actualidad ya sufrimos de un problema de desabastecimiento mundial y los precios se han disparado. La consecuencia será o la disminución de la producción agropecuaria si es que se consiguen fertilizantes caros o la producción a precios impagables si se logra comprarlos a los enormes costos que actualmente representan.
El manejo de soluciones a través del manejo del IGV o del ISC se está haciendo a ciegas. No hay coherencia.
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