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Un derecho de multitudes

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Fecha Publicación: 11/11/2023 - 21:20
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El fútbol es de los pocos deportes que logra reunirnos sin distinción de ningún tipo. En las tribunas desaparecen las diferencias y nos une solo nuestra afición y el amor a los colores de nuestro equipo. La adrenalina se desata en medio de cánticos, barras, gritos y hasta llanto cuando vemos fallar un gol; lo sentimos como si lo pateáremos al arco.

Lamentablemente, ese sentimiento de descontento o frustración se manifiesta muchas veces con violencia desmedida olvidando que ponemos en peligro la seguridad e incluso la vida del hincha que está compartiendo con nosotros el mismo espacio.

Practicar un deporte como el futbol se entiende como un derecho fundamental de naturaleza social, un derecho que en su ejercicio eficaz, favorece el desarrollo integral e involucra no solo a los jugadores sino a otros actores, como la afición, los dirigentes de los clubes e incluso a las fuerzas del orden, sobre todo cuando el espectáculo futbolístico se desarrolla en un estadio y requiere de ciertas medidas que, bajo el rol estatal de promoción del deporte, garantice la seguridad de todos.

En un partido de futbol, se espera que tanto jugadores como asistentes puedan desenvolverse con libertad y sin la amenaza de ver vulnerado sus derechos constitucionales por lo que la autoridad está en la obligación de garantizar la vida, la seguridad, la integridad física y la libertad individual de las personas.

En un Estado de derecho nadie está exento de cumplir los deberes y responsabilidades comprendidas en el ordenamiento jurídico por lo tanto la realización de un partido de fútbol, y más uno realizado en el contexto de un campeonato que enfrenta a dos rivales naturales en la cancha, debe estar revestido de un marco de prevención y protección en beneficio de todos los presentes, por lo que eventos de violencia manifiesta como los sucedidos el miércoles 08 de noviembre no deben volver a repetirse pero, además, deben ser debidamente sancionados previa investigación exhaustiva.

En esta misma línea, se impone el deber moral a la sociedad de no tolerar este tipo de actos atentatorios pues muchas veces la misma hinchada justifica la violencia.

Finalmente, no podemos evitar advertir la vinculación del futbol con la educación. Un deporte como el futbol es capaz de transmitir valores ciudadanos como la honestidad, la tolerancia, el respeto y la empatía, pero también puede generar conductas contrarias y vejatorias a la dignidad humana cuando enseñamos a nuestros hijos a insultar, a denigrar al rival o a agredirlo físicamente. Terminemos con la nefasta tradición de la violencia, pues disfrutar de un buen partido de futbol, es el derecho de multitudes.

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