Un Congreso maniatado y dominado
En nuestra columna de la semana pasada hemos expresado serenamente nuestro júbilo por la extraordinaria respuesta de nuestros soldados y policías contra la amenaza gubernamental de generar el caos social trasladando agitadores disfrazados de ronderos desde el interior del país para tomar el Congreso y apoderarse de la capital, con la toma de la base de mando de los terroristas del Vraem, demostrando nuestros comandos estar a la altura de los mejores en el mundo, con cuya acción que, al parecer, desconocían el Presidente y el ministro de Defensa, quebró el espinazo de financiamiento y provisión logística de la asonada preparada e impulsada por el Ejecutivo.
Nos llamó la atención que el operativo militar, con la pérdida de la vida de dos comandos que no dudaron en la ofrenda con coraje y valentía, no fuera realzada en toda su magnitud por los medios de comunicación ni por el Gobierno y tampoco por los congresistas, siendo evidente el retaceo del reconocimiento al mérito a nuestros jóvenes y valerosos combatientes contra el terror y cualquier totalitarismo que se pretenda implantar en el país.
Dijimos que, si en el Congreso nadie demuestra entender lo que es una guerra política, a nuestro modo de ver, las FF.AA. y PNP, institucionalmente hablando, sí tienen una lectura correcta de la misma, por cuyo motivo dejamos hecha la pregunta sobre si el Congreso demostraría, a partir de este evento, una elemental inteligencia estratégica. No lo hizo y se continuó hablando de vacancia presidencial vía denuncia constitucional que tendría que basarse en las investigaciones de la Fiscalía sobre la presunta condición del Presidente como la cabeza de una organización criminal que opera desde palacio de gobierno, a sabiendas que no existen votos suficientes para que el Congreso adopte una decisión en contra del régimen, lo cual, a su vez, le permite al Ejecutivo desarrollar contraataques efectivos pues siempre tienen planes alternativos que, se supone, deben ser bloqueados políticamente desde el Congreso.
Nadie vio venir la excarcelación de Antauro Humala cuya posición política y objetivos personales ya conoce todo el Perú, la que se produce coincidentemente con la destrucción de la principal base de operaciones de los Quispe Palomino.
Tampoco vieron que la convocatoria de los licenciados y reservistas de las FF.AA. y Policiales para reunirlos por cientos en el patio principal de palacio de gobierno y llenando toda la calle adyacente, ofreciéndoles lo que los ex soldados querían escuchar, coincidía justamente con la salida de Antauro Humala de la cárcel.
Está bien que se exija y prosiga investigándose a los familiares, empresarios, amigos, congresistas, ministros sobre hechos delictivos que van conduciendo al presidente de la República, pero sabiendo que esta vía no será determinante para ganar la guerra política y liberarnos de la plaga totalitaria, pues la caída de Castillo no garantiza el final de ésta.
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