A un año de su partida
Este jueves 11 de septiembre se cumple un año de la partida física de quien fue presidente de la República desde julio de 1990 hasta noviembre de 2000, el ingeniero Alberto Fujimori Fujimori.
Sus honras fúnebres fueron celebradas como funerales de Estado, gesto absolutamente merecido y que no solo cabe agradecer con hidalguía al gobierno de la Sra. Boluarte, sino que confirma aquella máxima usada por nuestros mayores referida a que “Dios escribe derecho en renglones torcidos”, que significa en sencillo que cosas justas pueden lograrse en las circunstancias y de personas menos esperadas.
Desde que se instaló la capilla ardiente el día jueves 12, hasta la madrugada del sábado 14, día previsto para el traslado al camposanto de Huachipa, decenas de miles de personas de toda condición y edad, venidas desde todo el territorio nacional, formaron interminables y ordenadas hileras para ingresar al recinto y expresarle su respetuoso y doliente testimonio de reconocimiento como el mejor presidente en la historia del Perú, en muchos casos el único mandatario que en décadas, y quizás siglos, había visitado sus localidades.
La vida quiso que la partida del presidente Fujimori se diera cuando gozaba de plena libertad, luego de casi dos décadas de injusta privación de su libertad a causa de sentencias dictadas sin prueba alguna de que fuera responsable de delito en el ejercicio del cargo de jefe de Estado o que siquiera se hubiera apropiado o malgastado un sol del erario nacional.
También quiso la vida que el presidente Fujimori completara dos amplios tomos de sus memorias, La Palabra del Chino, El Intruso y La Palabra del Chino, El Inconforme, ambos de Fogata Ediciones. En ellos, el líder histórico del fujimorismo, cuyo gobierno le devolvió al Perú su futuro luego del desastre en el que lo habían sumido gobiernos ineficientes y la agresión terrorista de Sendero Luminoso y el MRTA, comparte con los peruanos importante información y reflexiones sobre su propia persona y familia, y sobre su obra como funcionario de mayor jerarquía de la Nación.
Soy testigo directa de la voluntad del presidente Fujimori de tener un rol activo en la política, una vez que recuperó su libertad y hasta días antes de su partida, preocupado por la difícil situación en la que estaba sumido el Perú, principalmente en cuanto a la seguridad ciudadana y el retroceso en la calidad de vida de los peruanos.
Siempre presente, siempre presidente, Ing. Alberto Fujimori, descanse en paz.
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