Un año de Boluarte: sobrevivencia sin rumbo
Castillo dio su golpe de Estado el 7 de diciembre del año pasado y tras ser desacatado por la PNP y las FFAA acabó preso. Por sucesión constitucional asumió Dina Boluarte y tuvo en ese momento la oportunidad histórica de constituirse en un gobierno de transición que convoque elecciones generales en un año o menos. No lo quiso así y decidió quedarse y llegar hasta 2026 a cualquier costo, lo que implicaba sin duda su ya conocido pacto de no agresión con el Congreso. Maniobra por la cual ambos poderes han caído en un descrédito mayúsculo ante los ojos de la gente. “Sobrevivencia cruzada”, le hemos llamado.
Las protestas sociales que ocurrieron tras la caída de Castillo y las maniobras para tomar infraestructura estratégica como aeropuertos y otros actos vandálicos/subversivos fueron rechazados por las fuerzas del orden, a las que Boluarte no apoyó con decisión. Se perdieron muchas vidas humanas entre otras razones por falta de liderazgo. Más allá de que afirmo que el responsable fundamental de aquella desgracia haya sido Castillo, no es positivo que un año después no hayan investigaciones y conclusiones avanzadas sobre esto. Ello desgasta al Gobierno en general.
Pero vamos analizando solo dos aspectos del primer año de Boluarte: seguridad y reactivación económica. En cuanto a lo primero, hay que decir que el “Plan Boluarte” o los estados de emergencia por doquier han sido únicamente un gesto para la galera, no vinieron acompañados de medidas complementarias ni de estrategia alguna. Ninguna decisión de fondo en cuanto a potenciar la policía ni nada parecido. En seguridad solo ha existido humo, ello genera la percepción de que hoy estemos peor que hace 1 año.
En cuanto a la reactivación económica no ha habido ninguna medida para paliar la crisis de deuda de las familias y Mypes, no se le ha dado el impulso y protección adecuado al tema agroindustrial o minero. Tampoco a los pequeños productores del campo o a los pescadores artesanales. No se han desarrollado obras importantes ni en conectividad vial, agua potable, vivienda social. El inmovilismo económico de Boluarte recuerda mucho el desinterés de Castillo por esta variable. Y semana a semana se pierden decenas de miles de empleos producto de la recesión.
También podemos agregar de que los trabajos de obras de prevención para preparar el cantado “Fenómeno del Niño” son totalmente inexistentes y que la frivolidad y descuido de la política exterior del Perú, representada fundamentalmente por viajes de la mandataria sin mucho sentido ni puntería, en los que se acusa hasta de mentirle al Parlamento han sido perjudiciales para la patria. También tomemos nota de que sombras de corrupción empiezan a caer sobre personajes del Gobierno de Boluarte y sus entornos, otro elemento que también juega a favor de la comparación con el gobierno del chotano.
Esta semana se cumple un año del ascenso de Boluarte al poder y tenemos que decir que -salvo el peligro autoritario que encarnaba el falso profesor campesino- todo sigue igual o peor que con su antecesor; gobierno del que la actual Presidente fue ministra 69 de las 71 semanas que duró. Hoy padecemos con una conducción que solo busca sobrevivir sin tener idea de qué hacer con el país. No hay rumbo.
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