Trump y el canal de Panamá
Ha llamado poderosamente la atención en todo Panamá, y ciertamente en América Latina, las recientes declaraciones del expresidente estadounidense, Donald Trump, que volverá a la Casa Blanca por un segundo y último mandato el próximo 20 de enero, anunciando que el canal de Panamá, habida cuenta el cobro de tarifas, a su juicio, costosas a las embarcaciones de su país, pues volverá a manos de Washington. El presidente panameño, José Raúl Mulino, saltó hasta el techo para aclarar a Trump que el canal es de los panameños y de nadie más. Más allá de las pretensiones del magnate neoyorquino, y que francamente no tienen pies ni cabeza, convendría recordar algunas precisiones al respecto. El 31 de diciembre de 1999, el gobierno estadounidense devolvió el canal que geopolíticamente ha definido a Panamá en una extensión de 48 millas de largo o si prefiere unos 77 kilómetros, en la vía marítima internacional. Esta colosal obra de ingeniería contemporánea –he tenido el privilegio de conocerla– , cuya construcción se inició en 1904 y concluyó una década después –inicialmente quisieron hacerlo los franceses pero terminaron erigiéndolo los estadounidenses–, permite el paso de las embarcaciones entre el Atlántico y el Pacífico, representando en términos de ahorro más de 8,000 millas, es decir, cerca de 12,875 kilómetros, lo que sería, mirando retrospectivamente, como las travesías que debieron llevar adelante los marinos durante los tiempos de los grandes viajes descubridores o de circunnavegación al comienzo de la Edad Moderna, dado que sin el Canal, debían llegar hasta el extremo sur de Sudamérica pasando por las bravas aguas marinas en el cabo de Hornos que luego pasaría a la historia como el famoso Estrecho de Magallanes, en plena Tierra del Fuego, en honor al gran navegante portugués que, junto a Sebastián Elcano, lo cruzaron en 1520, osando dar la vuelta a la Tierra en una ruta llena de peripecias. Mientras estuvo en manos de Estados Unidos el Canal definió abiertamente los intereses y la gravitación geopolítica de Washington, pero hay, que decirlo, ni Estados Unidos ni Panamá han tenido políticas de previsión por la escasez del agua como sucede ahora por el Niño Global y el cambio climático. Ahora que podrían calentarse las relaciones entre Estados Unidos y Panamá, será bueno recordar que hubo muchas tensiones en el largo tiempo en que estuvo bajo la regencia de la Casa Blanca. Hoy, debido al alto tránsito del comercio internacional, que ha convertido a Panamá en una de las naciones más importantes del continente permitiendo una abierta movilización de sus intereses en el mundo, esa realidad no puede dejar de ser atendida. El 98% del comercio planetario es marítimo y por el canal se produce uno de los mayores tránsitos de embarcaciones del globo. Finalmente, sin decir que se ha sacado del contexto los anuncios de Trump, porque además no es verdad, será bueno recordar, la soberanía del Estado y el respeto de este principio en el actual sistema internacional. Es lo que debemos tener siempre presente.
(*) Excanciller del Perú e Internacionalista
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