Trump – Putin y el realismo político de la paz
La fructífera conversación que sostuvieron, recientemente, Donald Trump y Vladimir Putin, no debe sorprender a nadie. Es parte del objetivo de un mundo sin guerras al que aspira el presidente neoyorquino, y no porque sea precisamente un activista de la paz –seguramente debe existir esa cuota, no hay que ser mezquinos–, si no, porque un mundo sin conflictos, es el marco idóneo para conseguir el liderazgo que busca para su país. Para Trump la paz es parte del plan hacia la recuperación de la calidad hegemónica y eso me parece legítimo para Washington, y muy bien para el mundo, pues nadie en su sano juicio, podría creer lo contrario, cuando siguen muriendo mucha gente por las guerras. La actitud de Trump hacia la paz como objetivo, la he venido refiriendo en diversos momentos. Así, apenas ganó la elección Donald Trump el 6 de noviembre de 2024, un diplomático extranjero en el marco de un café, me dijo que exageraba porque sostuve que la idea de Trump sería acabar las guerras presentes a cualquier precio. Firme en mi argumento lo reiteré en mi columna “EL TABLERO MUNDIAL PARA EL 2025 – PRIMERA PARTE”, del diario EXPRESO del 1 de enero de 2025, en que literalmente, así lo dije “4) Después del 20 enero las cosas van a cambiar. Por lo pronto, EE.UU. va a detener en lo inmediato la guerra en Europa del Este, aprovechando la persuasión de Trump sobre Vladimir Putin consiguiendo un mapa geopolítico equilibrado…habrá negociones con enorme protagonismo de Trump que hasta podría terminar como serio candidato al premio nobel de la paz”. Y a mayor abundamiento en el objetivo imperturbable de Trump, que todo lo tiene claro –esa es una virtud indispensable en todo gobernante–, en mi columna “LA MISIÓN DE LA SEGUNDA ERA TRUMP”, del pasado domingo 19 de enero –un día antes de pronunciar su discurso en el acto de su juramentación como cuadragésimo sétimo mandatario en la historia de los Estados Unidos de América , insistí en el referido objetivo, y así lo expuse, textualmente: “Por eso, además de acabar guerras y solucionar conflictos y controversias en diversas partes del mundo, Trump se va mostrar muy firme con las medidas anunciadas…”. No hay que ser Nostradamus, entonces, para efectuar una prognosis de lo que quiere Trump, es decir, lograr recuperar para Estados Unidos el sitial de único hegemón, o si prefiere, de alejarse de la configuración del mundo multipolar que tiene a China corriendo varios pasos más atrás pero tampoco muy por detrás. Por eso, Trump no es el orate que muchos están creyendo, aunque coincido en que sigue siendo mesiánico e irreverente en su discurso y en su pose, deliberadamente impertinente en sus propuestas, y estratégicamente draconiano a la hora de firmar las órdenes ejecutivas. Su método es infundir temor y su látigo son los aranceles que viene imponiendo, también estratégicamente. Los resultados de su conversación con Putin, se verán en su momento, y Volodimir Zelenski, presidente de Ucrania, tendrá que aceptarlos desde el realismo político de la paz.
(*) Excanciller del Perú e Internacionalista
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