¿Tribunos en el TC?
La Vigésima Segunda Edición (2001) del Diccionario de la Real Academia Española tiene hasta cuatro definiciones de la palabra tribuno: i) “orador político que mueve a la multitud con elocuencia fogosa y apasionada”; ii) “cada uno de los magistrados que elegía el pueblo romano reunido en tribus, …(con) la facultad de poner veto a las resoluciones del Senado y de proponer plebiscitos”; iii) “tribuno de la plebe, magistrado romano” y iv) “tribuno militar, jefe de un cuerpo de tropas de los antiguos romanos”. Como vemos, salvo la primera definición cuyo ejemplo reciente más notable en el Perú sin duda fue Alan García, las demás definiciones son históricas.
A la prensa ahora le ha dado por llamar “tribunos” a los integrantes del Tribunal Constitucional, que el segundo y el tercer párrafo del artículo 201 de la Constitución denomina “miembros”. El artículo 8 de la Ley Orgánica del Tribunal Constitucional se refiere a ellos como “magistrados”. El Código Procesal Constitucional no incluye ninguna denominación salvo en la sumilla del Artículo VIII del Título Preliminar que menciona al Juez y el Derecho. El artículo 8 del Reglamento Normativo del Tribunal Constitucional vuelve a denominarlos magistrados.
Entonces, ¿por qué ciertos medios llaman tribunos a quienes simplemente son jueces o magistrados en la más alta instancia de nuestra patria? ¿Se les querrá halagar con esa falsa denominación? No lo necesitan. Hoy día el Tribunal Constitucional es la verdadera Corte Suprema del Perú, que hace algunos años dejó de serlo, desde el momento que sus resoluciones casatorias pueden ser suspendidas por un juez constitucional, de una instancia inferior en dos peldaños. Absurdo pero lo es. La realidad práctica de la vida muchísimas veces predomina sobre el perfeccionismo jurídico y doctrinario, sin necesidad de mencionar también la cruda y malsana realidad de la corrupción.
En mi época de estudiante y joven abogado litigante se decía que los pleitos se ganaban y perdían en la Corte Suprema. Eso hoy día pertenece al pretérito imperfecto. Quizás en estos momentos los pleitos tengan la virtud de no terminar nunca. Sea lo que fuere, después de ver cómo el Tribunal Constitucional rechazó el pedido del magistrado elegido Gonzalo Ortiz de Zevallos, estamos frente a una sentencia prospectiva, tal como alguien así la describió. Dicha sentencia nos anuncia nada subliminalmente cómo terminará la demanda competencial interpuesta por el presidente de la Comisión Permanente del Congreso de la República. ¡Cosas veredes Sancho o citando a nuestro Premio Nobel el Perú se estaría comenzando a desjoder!