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Tres pachotadas dictatoriales

Fecha Publicación: 02/12/2019 - 22:10
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Primero: cuando la eligieron presidenta, publiqué que la Confiep estaba en buena manos después de la brillante gestión de Roque Benavides; pero después de la estupidez cometida en CADE creo que María Isabel León debe renunciar por elemental decencia.

Es irracional que alguien de su representatividad no condene el golpe de Estado; que critique las donaciones que los empresarios han hecho desde época del civilismo del siglo XIX a los partidos políticos sin que ello haya sido delito; y que, encima, pida un “paso al costado” a quienes aportaron para luchar contra el socializante Humala.

Es exigible que quien preside el gremio más poderoso guarde distancia prudente de un dictador y no ponga la cabeza de todos en la guillotina; pero, imprudente, esta pobre señora ha sido humillada junto a los que aplaudían como bobos a Vizcarra en Paracas, mientras la fiscalía allanaba las oficinas de Confiep.

Desprecio a los empresarios mercantilistas que se comportan como rabonas con los gobiernos de turno medrando del Estado en vez de ser realmente competitivos y apoyar, financiar y liderar un liberalismo que consolide el único seguro de democracia en el Perú: el libre mercado dentro de un liberalismo de derecha popular, no de corruptas oligarquías como la de Graña. En fin, a ver si aprenden y dejan de ser sobones del vizcarrato.

Segundo, me he solidarizado con Hugo Coya por la forma humillante como lo han botado del IRTP, pero ni el respeto al intelectual ni la amistad pueden cegarnos. Resulta indiscutible que le han dado una patada usando a Petrozzi (un traidor sin mérito mayor que el de aspirante a rol secundario en ópera bufa); y eso es porque como toda dictadura, la actual necesita controlar los medios de comunicación al cien por ciento. A la mayoría de los privados los soborna con multimillonarias subvenciones diarias y a los del Estado los usa como herramienta de propaganda y no como canales públicos, que jamás deben ser gubernamentales. Así, si bien reconozco el profesionalismo de Coya, dejo abierta la pregunta: ¿si ya recibía presiones censoras del Ejecutivo, por qué no renunció, hizo la denuncia y reventó el chupo? Un editor democrático no tolera dictaduras.

Tercero: apenas unas líneas para recordar que esta semana el Perú pagará 527 millones de soles a Odebrecht en el acto más entreguista desde el contrato Dreyfus de 1869. Los vendepatrias pronto la pagarán, sí o sí.