Transformando el presente
En Jibito, un centro poblado de Sullana (Piura), la tierra empieza a contar una historia distinta. Donde antes solo había residuos agrícolas y hectáreas exhaustas, hoy se levanta la primera planta industrial de biochar del Perú, impulsada por la empresa belga Inspiratus Technologies. Bajo la dirección de Sebastiaan Saverys, este proyecto busca regenerar más de dos millones de hectáreas degradadas, duplicar las agroexportaciones y crear más de 800 mil empleos en el país. No se trata solo de innovar, sino de transformar.
Casi en paralelo, desde el otro extremo del Perú —y también desde la minería—, otra transformación viene tomando forma. La lidera Nataly Vasquez, recientemente reconocida en Londres como una de las 100 mujeres más inspiradoras del mundo en minería por WIM Reino Unido, quien creó Minetoring, una iniciativa que fusiona Mining y Mentoring para visibilizar historias de mujeres del sector. En su última edición, ha becado a diez jóvenes peruanas de áreas STEM para que brillen más en distintos espacios de la industria minera.
Lo que une estas dos historias no es una coincidencia técnica, sino una voluntad de transformación profunda. La tierra se reinventa con ciencia y carbono. Las mujeres con palabras, redes y acompañamiento. Ninguna vuelve a lo que fue. Ambas se convierten en versiones más potentes, más conscientes de su valor.
Inspiratus apuesta por el biochar como tecnología regenerativa que no solo mejora suelos y captura carbono, sino que da una segunda vida a territorios considerados perdidos. Saverys lo resume así: “No se trata de una economía extractiva, sino de una economía al servicio de la vida”.
Por su parte, Nataly escucha historias de mujeres que han tenido que dejar de comer para evitar baños insalubres en campamentos, que han crecido sintiendo culpa por las renuncias de sus madres, que han enfermado física y emocionalmente por exigencias desmedidas. Pero también ha visto cómo esas historias, cuando se comparten, se convierten en fuerza. En liderazgo. En orgullo.
Ambos procesos —el tecnológico y el humano— nos recuerdan algo esencial: el progreso no es solo lo que se construye, sino lo que transforma. Ni la tierra ni las mujeres volverán a ser como antes, tras pasar por el proceso. Ambos son terreno fértil para otras vidas, otras posibilidades, otras generaciones.
En el caso del biochar, lo que parecía residuo se convierte en insumo vital. En el caso de Minetoring, lo que parecía experiencia individual y silenciosa se convierte en comunidad, en narrativa poderosa, en modelo replicable en las siguientes generaciones.
Así, Nataly ha diseñado un espacio donde cada becaria cuenta su historia a niñas de primaria a través de libros para colorear. Así, cada historia sembrada crece en otras.
El Perú necesita más de estas dos miradas. Ante la adversidad, necesitamos transformarnos en nuestras mejores versiones. Cuando una hectárea de tierra vuelve a dar fruto y una joven minera inspira a otras, nos alejamos de las sombras que últimamente parecen querer atraparnos y dejarnos estacionados en la desesperanza.
Hay personas que hacen el bien, y lo hacen en el Perú.
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