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Tradiciones parlamentarias I – El crucifijo y la Biblia

Fecha Publicación: 20/01/2019 - 21:10
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Seguramente pocos saben que en el segundo piso del palacio legislativo existe un oratorio. Este pequeño recinto fue instituido bajo la presidencia del Dr. Carlos Ferrero Costa. Pequeño de tamaño, pero de gran afluencia de público, los empleados y de los congresistas.

Hasta inicios del año dos mil, la sede del Parlamento no contaba con un lugar para la oración. La idea primigenia era tener un espacio donde las personas, sin distinción de creencia religiosa, puedan acercarse a Dios. Sin embargo, con el transcurrir del tiempo, el oratorio se ha convertido en una pequeñísima capilla, en la que existe un reclinatorio, una cruz que gobierna el espacio, y algunos santos de los fieles devotos que asisten a diario a encontrarse con nuestro creador.

Dios siempre ha estado presente en el Congreso, no olvidemos que para el acto de incorporación de los congresistas, siempre está presente una Biblia y un crucifijo. Pero también es verdad que, en ocasiones, de acuerdo con las creencias del parlamentario, estos pueden prescindir de ellas al momento del jurar el cargo.

Pocos saben también que para efectos de poder trabajar en las sesiones secretas y reservadas del Congreso el Oficial Mayor toma juramento a algunos funcionarios del servicio parlamentario, teniendo frente a ellos la Biblia y el crucifijo. Esta ceremonia no es pública, y solo están presentes el primer funcionario del Congreso, el secretario técnico, que actúa como relator, y los jurantes. Al inicio de mi primera Oficialía Mayor, no encontré registros del personal juramentado, así que instituí el Libro de Juramentos para las sesiones secretas y reservadas.

Para el caso de los asesores de comisiones, el acto de juramentación lo hace el presidente de la comisión, bajo los parámetros del acto de juramentación que sigue el Oficial Mayor para los miembros del Servicio Parlamentario.

Antiguamente, el Oficial Mayor juraba su cargo ante el pleno del Congreso, pero esta costumbre ya no se realiza.

Durante la presidencia de Luis Alva Castro, el Congreso adoptó el Hospicio Ruiz Dávila, y restauró su capilla, y es ahora donde los empleados y congresistas asisten los miércoles para participar en la sagrada misa.

Así, estimados lectores, hemos conocido un poco más de lo que sucede en el Congreso. Dios es fundamental en nuestras vidas y sobre todo en aquellos que nos gobiernan. Lo único que falta es que se acerquen más a él.

JOSÉ CEVASCO

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