Tierra de nadie
Vivimos una inestabilidad política, sin saber las consecuencias, porque aún no hemos pisado fondo. Nos encontramos en un estado de polarización social y política donde los gobernantes han perdido la brújula. Producto de este desgobierno la sociedad se encuentra en un espiral de violencia: de ideas, física y verbal; da la impresión de que es el mismo gobierno quien las atiza. O acaso estamos frente a una estrategia deliberada de “desorganización organizada” dentro de un contexto de quienes piensan que la violencia es partera de la historia.
En noviembre de 2019 Lima vivo una escalada, con dos muertes absurdas que a la postre constituyó una ofrenda a Thánatos, sin que hasta el momento se hayan determinado los responsables materiales e intelectuales… transcurrido el tiempo, la famosa “generación del bicentenario” solamente fue un arma utilizada por la “caviarada” para encaramarse en el poder y hoy, con Castillo, siguen gobernando.
Mientras tanto, el Gobierno continúa con la estrategia de la declaratoria del estado de emergencia nacional por la pandemia de la covid-19, y suspende derechos constitucionales como la inviolabilidad del domicilio, ¿también la libertad de opinión?... La libertad de prensa está amenazada. La declaratoria del estado de emergencia es la Espada de Damocles contra los ciudadanos libres.
En las redes sociales pululan manifestaciones totalitarias de anónimos, “aprovechando las oportunidades que les da la democracia”, para ellos las redes sociales son un perfecto instrumento de propaganda, sobre todo porque les permiten ampararse en el anonimato. “Toda persona tiene derecho a la vida, a su identidad, a su integridad moral, psíquica y física, y a su libre desarrollo y bienestar” es letra muerta de la Constitución.
El “linchamiento mediático” a quienes expresan opiniones contrarias es parte de este fenómeno que se vuelve progresiva y peligrosamente violento, esta expresión de totalitarismo e intolerancia es la preparación del camino a neodictaduras. En los gobiernos totalitarios la sociedad está amordazada, no hay libertad de conciencia, ni libertad de religión, en forma individual o asociada; ni libertad de ideas o creencias; ni libertad de opinión.
Mientras esto sucede en el escenario social, al interior del Gobierno renuncian, uno tras otro, los ministros y los gabinetes ministeriales, con acusaciones y denuncias de corrupción… No es un tema de falta de autoridad, es mucho peor… Es ver si quienes nos gobiernan tiene la capacidad mental para dirigir un país… y si la tienen, estaríamos frente a un ex profeso y peligroso ensayo social que tendría como colofón la imposición de formas de gobierno no amparadas en la democracia.
No hay peor ciego que aquel que no quiere ver…
Mira más contenidos siguiéndonos en Facebook, Twitter e Instagram, y únete a nuestro grupo de Telegram para recibir las noticias del momento.