Terca informalidad, trágica ineficiencia
Escribo este artículo tratando de imaginar a cada una de las víctimas mortales y lesas en el trágico incendio de un bus ocurrido el domingo último, dentro de un local que se había convertido en un paradero informal, dentro de una zona residencial, que había sido recién clausurado e incautado incluso surtidores clandestinos de combustible y era usado por once empresas de transporte. Todas esas empresas de transporte son formales.
De inicio confirma que la vida e integridad de las personas es cada día más vulnerable y expuesta a peligros.
También, ratifica que la informalidad está tan arraigada en nuestra sociedad que infecta igualmente al sector formal.
Todo esto es posible debido a la ineficiencia e incapacidad de las autoridades llamadas a procurar que cada quien cumpla con las normas vigentes, sobre todo aquellas normas que atañen a la seguridad y utilidad de un servicio público. Desde ya hago protesta, de que al usar los conceptos “ineficiencia” e “incapacidad” no insulto, ni ofendo a autoridad alguna. Es el derecho de todos los gobernados fiscalizar a los gobernantes, precisamente en cuanto a su eficiencia y capacidad. Es más, estos conceptos son los que deberían guiar al ciudadano al momento de elegir a una autoridad.
No puede pasar desapercibido para una autoridad, municipal o nacional, un establecimiento recién clausurado como paradero y con surtidores clandestinos de combustible y en el que seguían entrando y saliendo buses de hasta dos pisos llenos de pasajeros.
La Municipalidad de San Martín de Porres, Sutran, Sunat, la Policía Nacional (tránsito), el Ministerio de Energía y Minas y hasta el Ministerio de Trabajo (los buses constituyen espacios donde se realiza actividad laboral, fiscalizable), por citar algunas autoridades, tenían que haber conocido de esto.
No se necesita mucha imaginación para intuir que detrás de tremenda y trágica inoperancia haya significativa corrupción. El panorama es más preocupante aún si se agrega la denuncia sobre la existencia de mafias que cobran cupos por la entrada y salida de cada bus de éste y otros paraderos informales que existen en la ciudad y en el país.
Sin duda, urge concertar esfuerzos entre gobernantes y gobernados para que cada uno en su esfera de acción, contribuya a acabar con los ingredientes y las excusas de la informalidad, defecto que ya parece ser un distintivo nacional, al punto que hasta en el diccionario se reconoce al Perú una palabra de uso común referida a lo informal. ¡Comencemos hoy!