Tensión y multipolaridad en el tablero geopolítico mundial
La tensión mundial parece seguir aumentando. Rusia, nuevamente, vuelve a amenazar con una guerra nuclear y ya acepta, abiertamente, que la guerra que enfrenta en Ucrania es contra Occidente. Europa también viene reaccionando: la historia les ha dejado claro que no pueden permitir que un megalómano con pretensiones imperialistas avance sin freno por el viejo continente; eso solo puede tener consecuencias nefastas.
Europa ya ha empezado a destinar más recursos a Ucrania y ya hablan de armarse, con la clara intención de iniciar una carrera armamentista que busca poner al día las décadas que el viejo continente ha limitado su inversión en defensa, confiada del paraguas que le brindaba EEUU en el contexto de la OTAN, paraguas del cual ya no están seguros que puedan seguir confiándose, principalmente debido a una posible victoria de Donal Trump en las siguientes elecciones presidenciales.
Los años de guerras en el exterior, y la gran inversión que hace EEUU para mantener su hegemonía y poderío militar a lo largo del mundo, han sido consideradas por algunos sectores estadounidenses, principalmente los más conservadores, como factores que contribuyen a los problemas económicos de parte de su población, y este malestar viene siendo capitalizado por el partido republicano, cuyo candidato será Donald Trump.
Este tipo de narrativas aislacionistas ya se han visto previamente en EEUU: basta recordar que, durante la Segunda Guerra Mundial, hubo fuertes opositores a la intervención de EEUU, hasta que el conflicto tocó a su puerta.
Actualmente, un retroceso en la hegemonía norteamericana podría desembocar en un fortalecimiento de regionalismos (mundo multipolar), impulsado por las distintas potencias emergentes que buscan hacer crecer su poder e influencia. A pesar de lo que algunos puedan creer, el vacío que dejaría EEUU no necesariamente sería llenado por China, pues son varios los países con aspiraciones geopolíticas, algo que queda claro con el reciente movimiento de tropas a la frontera entre India y China, que, a pesar de formar parte de las BRICS, mantienen relaciones complejas con una clara competencia por el dominio del Asia.
La narrativa de que EEUU no se inmiscuya en conflictos fuera de su territorio, ha terminado entrampando decisiones políticas, y generando que Estados Unidos no haya destinado fondos los últimos meses a Ucrania, limitando las posibilidades de este país a defenderse de la invasión rusa.
Se asume que la toma de Avdíivka por parte del ejército ruso en febrero se debe a esa reducción de suministros por parte de los EEUU, pues Ucrania vio seriamente limitados sus pertrechos, principalmente proyectiles de artillería.
A pesar de esta victoria rusa en Avdíivka, se puede considerar que su ofensiva iniciada en octubre del 2023 ha resultado de un rotundo desastre, pues además de que la cantidad de kilómetros de territorio que pudo avanzar son ínfimos, la cantidad de tropas y vehículos perdidos ha sido inmenso. En términos reales, lo único que ha conseguido el Kremlin es mover las líneas de enfrentamiento unas decenas de kilómetros en dirección oeste, sin terminar con objetivos estratégicos en Ucrania.
Esta realidad que refleja el frente de batalla, sumada a los sucesos de los últimos días en Rusia: me refiero al ataque terrorista de ISIS, y el ingreso de legiones extrajeras y el levantamiento de grupos antigubernamentales rusos en Belgorod y Kursk, respaldados por Ucrania, que aún no han podido ser repelidos (a pesar de lo cual Putin aún no inicia una guerra nuclear), demuestran una posición debilitada del gobierno ruso, tanto en su frente externo como en el interno, de donde llega muy poca información, salvo la filtrada por la propaganda del Kremlin.
La iniciativa de Europa de respaldar a Ucrania y de armarse frente a un posible aislacionismo estadounidense, puede responder más a un próximo escenario mundial donde los regionalismos vuelvan a tomar fuerza (mundo multipolar), donde todos tendrán que cuidarse por su cuenta, antes que a un peligro real representado por Putin, pues aún no puede ganar una guerra que, según su propaganda inicial, no debía durar más que unos días; a lo cual se suma lo improbable que resulta el que Rusia se atreva a usar armas nucleares para lograr sus objetivos: luego de tantas amenazas vanas, ya parece obvio que Putin no usará su poderío nuclear, posiblemente por presiones tanto internas como externas (ninguno de sus aliados, ni siquiera los más serviles y mucho menos quienes mantienen relaciones siempre calculadas, como China, quieren un planeta postapocalíptico).
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