Televisa y su fábrica de mentiras
En 2021 se fusionó el músculo de Televisa con el rostro latino de Univisión. Era la unión del dinero mexicano y la nostalgia de una pantalla en castellano en Miami. Televisa era un imperio desgastado y no rejuvenecería por unirse con otro endeudado. Por un instante, pareció funcionar. Las gráficas subieron, y en las pantallas, caras lindas anunciaban la nueva era de los medios latinos. Debajo del brillo supuraba el mal congénito de Televisa: controlar el relato y destruir al que no lo recite.
Hoy los llamados #TelevisaLeaks nos muestran cuán inmundas pueden ser las grandes empresas de comunicación, esas que (des)informan, mienten y embrutecen diariamente a sus audiencias.
La icónica televisora mexicana contaba con una división dedicada a operaciones oscuras (black ops), dedicada a campañas de difamación contra empresarios de la talla de Carlos Slim, contra fiscales, jueces y políticos —o sus familias— y empresas; algunas veces porque les eran incómodos, eran su competencia y otras por un pago para hacerlo. La fábrica de mentiras se ubica —o ubicaba— en un edificio llamado El Palomar, donde se contaba con jóvenes productores, editores, periodistas y una granja de chatbots para disparar mensajes por las redes sociales.
La información fue filtrada por el ex empleado, Germán Gómez, y para el abogado Samuel González Ruiz es legítima y puede usarse como prueba, pues Gómez grabó conversaciones en las que él mismo participó. No hizo escuchas ni pinchó un teléfono ajeno, él era uno de los interlocutores. La única falta que podría achacársele es revelar secretos teniendo acuerdo de confidencialidad, pero para acusarle Televisa tendría que admitir primero que esas conversaciones son reales, y sí son reales, Televisa, pues operó por años la fábrica más grande de mentiras de Latinoamérica.
El denunciante se presentó con su bomba en el programa de Carmen Aristegui, una de las afectadas por Televisa. El exintegrante de El Palomar le entregó un disco con 5 terabytes con parte de las mentiras que les ordenaban crear.
Televisa ya no juega en casa. Están en Estados Unidos, tierra donde la difamación no se llama “chisme televisivo” sino “libel lawsuit”, y donde cada palabra dicha con mala intención puede costar millones, no solo en reputación, sino en tribunales y con jueces que no ven telenovelas.
Los #TelevisaLeaks muestran su interferencia en la fiscalía, la política y en los procesos electorales y judiciales. Pese a que no se ha informado ampliamente sobre los #TelevisaLeaks, la caída del valor de sus acciones, en los últimos días, exhibe cómo la pérdida de credibilidad golpea directamente la línea de flotación económica.
Las filtraciones han expuesto un área oculta de Televisa dedicada a “construir y destruir reputaciones”. Los de El Palomar llegaron al punto de falsear portadas de CNN, The New York Times, entre otras, para generar credibilidad de las noticias falsas.
Mientras tanto, los rostros de pantalla siguen sonriendo, porque la televisión tiene eso: te acostumbras a ver la mentira tan bien maquillada que, si no parpadeas, parece cierta.
Mira más contenidos siguiéndonos en Facebook, X, Instagram, TikTok y únete a nuestro grupo de Telegram para recibir las noticias del momento.