Statu Quo
De pronto la humanidad empezó a entender que lo que había rechazado durante centurias sería la única posibilidad para evitar su destrucción. El miedo a reencontrarse a sí misma hizo de la especie animales preocupados por capturar la velocidad del tiempo, subyugar el orden natural y destruir el aire con el vómito incesante del progreso. La revolución industrial, los lobos de Wall Street, la depreciación de la salud, la importancia a los metales, no fueron capaces de prepararnos para el asesino invisible. Y como si acaso se tratase de la realización de una de nuestras más espantosas pesadillas, el enemigo apareció entre nosotros, alimentado y transmitido por nosotros, y nos obligó a detenernos, a frenar el ritmo con el primer anuncio de estado de emergencia en China, luego en Italia, El Salvador, Estados Unidos, España. Nos ordenó volver a nuestras casas, aislarnos socialmente, reencontrarnos con la familia, obedecer los hábitos de higiene, postergar los abrazos y los besos.
El mundo entero se ha detenido y la naturaleza siente como si le alejaran los látigos. Ojalá y después de esta cuarentena nos reconciliemos con la sensibilidad que durante siglos perdimos u olvidamos, poseídos por la ambición y la codicia. “Elige dos libros para estos quince días”, sancioné. “Tres”, me respondí. Y aquí estoy, leyendo “El futuro de la democracia” de Norberto Bobbio como quien pretende seguir creyendo en un sistema cuyos límites empiezan donde termina el interés de las mayorías; “Ingeniería constitucional comparada” de Giovanni Sartori, texto para entender a las constituciones como el reflejo de cada civilización, pero que deberían ser mucho más que pactos para la convivencia; y “Muerte a crédito” de Louis-Ferdinand Céline, un viaje al proceso formativo del escritor, rodeado de un mundo no menos miserable y desastroso que éste. “¿Y la poesía?”, pregunto mientras redacto esta columna y observo el lomo de las obras de Corcuera, Cameron, Adoum, Parra, Arboláez o Madrazo. La poesía está allí: la escribimos todos ahora, la respiramos todos ahora, quedándonos en casa.