Soy una mujer de derecha
“Lo único que puedes controlar en la vida es cómo le respondes a la vida”. Esta es la forma como he decidido vivir. Hace más de un año, tomé una serie de decisiones en mi vida. Ser, de alguna u otra forma, una persona con atención pública, te ubica en una posición de vigilancia y bastante crítica mala onda. Sin embargo, cada uno de nosotros es responsable de sus decisiones, hayan sido hechas con madurez o no. Y yo he sido responsable de cada bendita decisión que he tomado y he aprendido.
Escribo esta columna el mismo día que cumplo un año, sin interrupciones, como columnista en Expreso -27 de mayo-. Ha sido uno de los mejores momentos de mi vida en la década de mis veintes. Estoy a punto de cumplir treinta años y sigo aquí, a pesar de toda la envidia, los caviares y su moralismo arribista, el odio, la subestimación y la frustración de aquellos que no pueden ni podrán encontrarse en mi posición. Todo lo que yo necesito para sobresalir y conseguir, y lo que deseo, lo tengo aquí, en mi cerebro -al estilo de Gareca, apunto con mis dos dedos a mi cabeza-. El odio no es una opción. El miedo se puede controlar y los perros ladran cuando las mujeres avanzan.
Me declaro de derechas. Soy una mujer de derechas. Estudié Comunicación Social en la gloriosa Universidad Nacional Mayor de San Marcos y como bien suponen, la izquierda fue muy cercana a mi formación. San Marcos está repleta de estudiantes brillantes y también está repleta de algunos cuya mente se ha quedado en el pasado y muy influenciada por la frustración de sus educadores. Viven creyendo que quitando al rico van a salvar al pobre de su pobreza. Se la han pasado durante décadas con el discurso llamado: “ricos contra pobres” y la derecha no ha sabido contrarrestar este discurso. Debemos derrotar ese discurso con acciones.
Soy una mujer de derechas porque la experiencia en San Marcos y la cantidad de personas con mentalidad de izquierda me han enseñado que el modelo socialista que tanto aman los llamados “defensores del pueblo oprimido” no funciona. Es la fórmula perfecta para el fracaso social, económico y nacional. Ese es el discurso al que apunto a destruir, desintegrar y desmantelar. No es ni será una tarea fácil, pero nada es imposible en esta vida.
Expreso me abrió las puertas y me da la oportunidad de difundir mis ideas sin límites, sin guiones ni preguntas. Y la única estrategia que ha mantenido mi columna en pie ha sido la seriedad y dedicación en lo que hago y escribo. La envidia, los caviares y su moralismo arribista, el odio, la subestimación y la frustración ante las mujeres de derecha no pueden ni podrán opacar ello. En este mayo de 2023, cumplo un año como columnista de Expreso, mi más grande gratitud al medio por confiar en mí. Por último, pero no menos importante, quiero agradecerme a mí misma por nunca rendirme.
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