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Soluciones radicales (II)

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Fecha Publicación: 27/08/2023 - 22:50
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Desde hace algún tiempo vengo explicando que para resolver los problemas del país se requieren soluciones radicales, dado que es imposible hacerlo en el marco de la actual democracia fallida, copada en muchos casos por la corrupción y la incompetencia, y sin posibilidades de cambio a través de reformas de sus mecanismos que, en todo caso, serían diseñadas y ejecutadas por los propios individuos y grupos que están destruyendo el Perú.

Un ejemplo de cómo se pueden aplicar soluciones radicales a un asunto muy importante –tal vez el más importante- es lo que ha hecho el presidente Nayib Bukele en El Salvador, un país que estaba sometido al terror de las maras, pandillas muy violentas, organizadas y con decenas de miles de integrantes, que dominaban la vida de la inmensa mayoría de la población y la sometían a todo tipo de extorsiones, violaciones y crímenes.

Bukele ha logrado en tiempo record, en pocos años, someter a esas pandillas, encarcelando o abatiendo a sus cabecillas y miembros, y liberando al pueblo salvadoreño de ese atroz sufrimiento.

Ha reducido al mínimo la tasa de homicidios –El Salvador tenía la más alta del mundo- y la de todos los delitos, restableciendo el orden y la convivencia pacífica.

Para lograrlo, ha tenido que forzar las instituciones y las normas. No había otra manera. Hay que imaginar un país donde, al igual que el Perú, las instituciones están penetradas por la corrupción, la ineficiencia y la lenidad. Es absolutamente imposible, en ese contexto, derrotar la delincuencia, manteniendo los mismos malandrines e incompetentes que, al frente de las instituciones, han permitido –y a veces alentado- el desborde criminal.

Por hacer eso, por tener éxito derrotando a las maras y devolver la tranquilidad al pueblo, Bukele se ha convertido en la bestia negra de comunistas y caviares del mundo entero. Le reprochan haber violado los “derechos” de los delincuentes. Quieren que, como ocurre en el Perú, fiscales y jueces liberen a los delincuentes apenas los ha capturado la policía, como acaba de suceder con 18 malhechores del ‘Tren de Aragua’ capturados en San Juan de Lurigancho. (Ojo, 19/8/23). O a los cómplices del “maldito Cris”, capturados en flagrancia y puestos en libertad por una fiscal.

Cuando suceden estas barbaridades, ninguna ONG defensora de los derechos de los delincuentes dice nada, ni la CIDH, ni los caviares, ni sus medios de comunicación. Pero cuando Bukele recurre a medidas excepcionales y encarcela masivamente a los forajidos y los encierra en cárceles que los bandidos no controlan, todo el coro caviar empieza a chillar en defensa de los rufianes.

Arguyen los caviares que la política de Bukele tiene el riesgo de desembocar en autoritarismo. Obviamente, toda estrategia exitosa tiene riesgos. Quien no arriesga no puede resolver ningún problema.

Hay muchas modalidades de soluciones radicales. La de Bukele es una de ellas. El Perú necesita una solución radical.

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