Solución a Tía María en Islay, no en la TV capitalina
El proyecto minero Tía María va por su tercer intento de realización, luego de las frustraciones del 2011 -ante serias observaciones de UNOPS al Estudio de Impacto Ambiental- y en el 2015, ante luctuosos hechos con muertos y heridos en distritos de la provincia de Islay en la región Arequipa.
Hoy, ante la emisión por el Ministerio de Energía y Minas de la autorización para el inicio de la construcción de la infraestructura que debe desplegar la titular del proyecto, Southern Perú Copper Corporation SAA. Sucursal Perú (SPCC), en las locaciones de la Tapada y Tía María, en el distrito de Cocachacra de la citada provincia arequipeña, se ha iniciado un nuevo ciclo de protestas en la zona y, en la prensa capitalina, se está desarrollando un intenso despliegue mediático. Tanto del explícitamente contratado por la empresa como del soterrado, vía opinión favorable de algunos comentaristas periodísticos. Publicidad no estructurada suelen llamarle en el argot corporativo.
No hay duda de que la inversión anunciada de 1,400 millones de dólares es necesaria, pero también hay que tener presente que, hoy, para el desarrollo de industrias extractivas es necesario interactuar en la zona con los habitantes, organizaciones sociales y políticas que se convierten en interlocutores. Es una tendencia mundial, y la literatura de las ciencias sociales da fe de ello. El mérito consiste en convertir la oposición radical en diálogo y que éste derive en acuerdos. Ni quejarse de la situación, es la realidad.
Hay que recordarle a SPCC y al gobierno no solo que el debate está en la zona, sino dos temas más. En primer lugar, no puede haber diálogo forzando la asistencia de la contraparte. La participación es voluntaria no obligatoria, la persuasión debe primar. Al diálogo hay que asistir a escuchar con tolerancia, sin soberbia y con el convencimiento de que habrá que hacer concesiones. En segundo lugar, no se puede pedir la exclusión de fuerzas políticas, como invoca el Ministro de Energía y Minas. En el conflicto todos los actores que tienen algún interés y representatividad deben participar.
En resumen, a lidiar en el terreno de los hechos en lugar de publicidad y opinología capitalina, que podrá crear una narrativa pero que de allí no pasará.