Sistema de control y la digitalización

Estamos en plena era digital en la cual la inteligencia artificial y la robótica surgen como posibles grandes aliados para el desarrollo humano, pero también como grandes amenazas para la supervivencia de la especie humana, porque no hay conocimiento que las máquinas no puedan acumular en su base de datos ni restricciones de memoria para establecer infinitas inferencias y deducciones entre los datos almacenados a través de lo que se conoce como base de datos relacionales.

Si evaluamos las potencialidades favorables de la inteligencia artificial y la robótica es evidente que, para la gobernabilidad y gobernanza estatal, estos instrumentos tecnológicos constituyen elementos imprescindibles y eficaces para que la gestión y la administración de recursos dentro de una determinada política de Estado se conviertan realmente en transparentes porque mostraría a todo el que quiera fiscalizar la ejecución de obras y la aplicación de los recursos escasos, tanto la cantidad de dinero que sale de las arcas fiscales hacia áreas del gobierno central, de las regiones y gobiernos locales y la forma en que se gasta, el modo en que se invierte en obras que la población anhela, el cumplimiento de las estipulaciones contractuales con proveedores y contratistas, el momento en que comienzan a presentarse factores de interferencia que siempre provocan sobrecostos y ampliaciones infinitas de plazos, entre otros.

Sin embargo, como toda obra humana, estos instrumentos de la era digital exige un acompañamiento constante del factor humano especializado que nutre de datos, organiza los diseños informáticos, trabaja en asegurar reportes relacionales y, fundamentalmente, garantizar que la información se mantenga de manera integral sobre lo que se invierte, quien invierte, cómo invierte, cómo se ejecuta y luego la forma en que el resultado beneficia a la población, para lo cual es necesario que haya información de regreso para poder establecer en el tiempo el contraste entre inversión, plazo y resultados.

En el Perú podríamos decir que estamos en la edad de piedra digital. Nuestra conectividad a nivel nacional tiene un déficit gigantesco y las plataformas informáticas con bases de datos relacionales son tremendamente defectuosas.
En el Ministerio de Economía y Finanzas tenemos sistemas como el SIAF, el SSI y Transparencia; en la Contraloría General de la República contamos con INFOBRAS y CONOSCE y en OSCE tenemos el SEACE.

En dichas plataformas, con muchas limitaciones de acceso, se puede establecer la cantidad de dinero que sale hacia el gobierno central, las regiones y los gobiernos locales, la forma y modo en que se ejecuta el gasto en la administración ordinaria, las obras y costos de estas que están en ejecución y las que se paralizaron, la inejecución de estas, pero si bien es cierto que los datos de ida son confiables, los de retorno no lo son y muchas veces ni siquiera existen.

Si queremos un control efectivo, perfeccionemos la estructura digital.

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