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Fecha Publicación: 12/11/2021 - 20:45
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Los peruanos contratamos a Pedro Castillo para administrar una situación de emergencia nacional. Ya no tenemos el flujo de dinero de antes, tampoco somos un imán de inversiones, nuestra moneda esta debilitada y por supuesto seguimos con los mismos problemas de toda la vida en el ámbito de la salud y la educación. El resultado a los 100 días no solo es malo si no paupérrimo y de nada nos sirven las excusas.

Ellas no llenan las canastas que vuelven cada vez más vacías del mercado. No ponen asfalto en las carreteras que deben cruzar los empresarios del interior para transportar sus productos ni mucho menos mejora la calidad de la infraestructura educativa.

En estos primeros días hemos tenido un alud de malas decisiones, designaciones sumamente cuestionables y muchas excusas. Se ha puesto acelerador al gasto bajo la forma de bonos, transferencias y subsidios, dinamitando la confianza empresarial que genera ingresos, empleo e impuestos.

Pero no todo ha sido una desgracia en el discurso de Castillo. Se puede rescatar dos cosas: los avances en la vacunación y una escasa métrica con la cual lo mediremos. El presidente de la República al fin hizo lo que se esperaba de él, durante su discurso inaugural. Si Pedro Castillo no cumple con cerrar la brecha de agua e internet en los próximos cinco años, simplemente será otro político más.

La pregunta es ¿cómo lo hará? Mirtha Vásquez, la nueva premier y el ministro de Economía, Pedro Francke presentaron una altamente cuestionada reforma tributaria en vez de un plan reactivador, como si fuera posible exprimir más a los de siempre.

El grado de informalidad en la economía peruana no solo es alto, sino va al alza. Con la reforma tributaria se vuelve a confirmar que ser formal no es rentable. Castillo no incentiva el pago de impuestos, no nos enseña cómo caen las barreras burocráticas, de qué manera el gobierno se digitaliza o cómo mejoran las condiciones sanitarias en los colegios, en fin, no nos muestra cómo hoy puede mejorar nuestra vida. En estos 100 días hemos visto cómo se encarece la canasta básica, se eleva el dólar y se cancelan megaproyectos. Todo ello, mientras que se sigue corriendo de sus deberes.

Ese es el caso de los colegios públicos, que son responsabilidad total del Estado. El Presidente de la República -quien es un profesor rural- ha anunciado la vuelta a las aulas para el 2022, sin embargo no nos muestra lo que nuestro dinero ya invertido en estos 100 días ha logrado en las aulas.

Castillo insiste en que el mal radica en normas que quiere cambiar, divide a los peruanos colocando etiquetas y gasta a manos llenas el dinero que ya no tenemos. Se conforma con el efecto rebote, considerándolo un logro. Sin resultados reales, sentirse satisfecho revelan una miopía que todos pagaremos con más crisis, pobreza y desempleo porque nadie llegará a rescatarnos regalándonos un lonche gratis.

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