Simultáneo ataque marxista regional
Ya es incuestionable que en Latinoamérica se ha desatado una avanzada chavista de proporciones tectónicas. El comunismo regional que aún lo digita La Habana, financia Caracas, y ejecuta el Foro de Sao Paulo -ese comunismo que según Vargas Llosa “ya ha desaparecido”- ha orquestado ahora una de sus jugadas maestras dentro de su plan de recomposición. Primero tomó el control del Perú tan solo agitando las comunidades altoandinas con su prédica antiminera. El resto lo hicieron sus embajadores en nuestra nación: los progre marxistas disfrazados desde izquierda democrática hasta una zurda “liberal” (el perfecto oxímoron), manipulando a un gobernante incompetente pero ávido de poder como Martin Vizcarra. La fusión del progresismo marxista con un mandatario como Vizcarra ha impulsado el plan táctico que el Foro que Sao Paulo tenía preparado para el Perú. El método consiste en la quiebra del orden constitucional y democrático alegando tinterilladas alrededor de la interpretación auténtica de nuestra Carta Magna. ¿Cómo? Clausurando uno de los tres poderes del Estado -el Legislativo- a la vez que proponiendo comicios parlamentarios en enero del año 2020 para que –teóricamente- quienes resulten elegidos ejerzan sus cargos por año y pocos meses, hasta julio de 2021. Estrategia que pudiera abrirle puertas al futuro Congreso complementario para confabular con el presidente Vizcarra, prorrogándole el mandato del Congreso a cambio de convertir al Legislativo en Asamblea Constituyente. Y una de las primeras medidas que sancionaría aquella “asamblea” sería prorrogar –indefinidamente- el mandato presidencial e imponernos una Constitución calada del modelo chavista.
Casi en simultáneo se desataban protestas callejeras, primero en Ecuador y luego en Chile, cuyos efectos continúan generando muertes. Piñera claudicó pidiendo perdón y planteando toda una batería de reformas estructurales. Cabe precisar que desde 1987 Chile ha estado gobernada durante 31 años por la izquierda y 22 por el centroderecha. Por su parte Lenín Moreno hizo algo parecido. No obstante ambas hordas enardecidas no se han satisfecho. De otro lado, Evo Morales –peón del Foro de Sao Paulo- aspiraba al quinto mandato, utilizando la clásica estructura chavista que, modificando la Carta, permite la reelección infinita. Pero se encontró con una oposición más grande de la que imaginó. Entonces no tuvo mayor empacho que cometer fraude. El grito de fraude desataría una sucesión de protestas callejeras en varios departamentos de Bolivia, incluyendo marchas violentas que pueden degenerar en algo muy serio.
En síntesis, el comunismo cubano-venezolano, de la mano del Foro de Sao Paulo, ha decidido repetir su intento de extender el imperio castro-chavista. Tal como pretendiera hacerlo, primero, en los años sesenta infiltrando guerrillas armadas en países como Perú y Bolivia. Y en este milenio, ensayando la compra de politicastros –como Ollanta Humala en el Perú, Kirchner en Argentina, Correa en Ecuador, etc.- para conformar progresivamente una confederación socialista bolivariana en toda la región. Ahora la estrategia es derribar a los regímenes demócratas vía revueltas revestidas de reclamo social. O, como acá, usando a un gobernante -indigno del título de democrático- para quebrar la Carta Fundacional e imponernos una reforma constitucional moldeada en Cuba.
