Si vas para Chile

Hace unos días llegué a Santiago, capital de nuestro vecino Chile.
La última vez que visité Santiago fue en el año 2019, poco antes del llamado “estallido social” que causó grandes daños a nivel humano y en la infraestructura pública; y que, poco tiempo después, se replicó como por arte de magia en nuestra capital, originando la salida del presidente, por cinco días, Manuel Merino. Ambas situaciones, organizadas y lideradas por la progresía internacional en Latinoamérica.
Santiago se ha recuperado de esa crisis luego de cinco años. Nosotros aún estamos buscando la receta secreta.
Aunque sus habitantes se quejan de la falta de seguridad y del desorden que los radicales de izquierda generan, así como de los problemas de delincuencia que ha traído la inmigración, no tiene ni para compararse con la manera en que han controlado la problemática.
Para comenzar, los inmigrantes no pueden salir a vender con su bolsa de caramelos o frunas en las esquinas de la ciudad. Todo está controlado; tampoco pueden comprar una moto, afiliarse a una empresa de delivery y salir alegremente. De manera que uno no ve en el tráfico de Santiago la hemorragia de motos de delivery que nos ha invadido en un corto plazo de tres años. ¡Un espanto!
El tráfico, ni qué decir, realmente envidiable. Es muy poco probable que uno choque, porque el conocimiento de las normas y el respeto a ellas hace que manejar sea una actividad segura.
Paseando por el mall, percibí la cantidad de marcas chilenas que operan en el mercado peruano, y mi pregunta inmediata fue: ¿por qué, si importamos tanta marca chilena, no importamos técnicos, expertos, tecnología, etc., para poder terminar con la maldición vehicular que sufrimos a diario los limeños?
¡Si vas para Chile, apunta, viajero!

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