Sí, ministro Graham, su prioridad es promover las inversiones

Por Sergio Bolívar

El ministro de Economía y Finanzas debe evitar que la ineficiencia y el escándalo ahoguen el crecimiento.

Desde comienzos del Gobierno, la atención pública se ha centrado en los constantes desaciertos políticos y la falta de expectativa que nos ofrecen los gabinetes. Pocas voces advierten el reto de promover las inversiones tan necesarias para el crecimiento, como lo ha hecho Óscar Graham, tan pronto asumió el ministerio de Economía. El ministro sabe que sin inversión no hay trabajo, así de simple, es el único camino que puede reducir la pobreza.

Suceda la renuncia, la salida o nuevos cambios en la cúpula gubernamental del Estado, la economía continúa, por ello el ministro está obligado a aplicar las mejores políticas posibles. En esta etapa, para que en el año 2022 podamos crecer más del magro 2.5% del PBI proyectado por Credicorp, el ministro debe controlar lo negativo. Los problemas económicos, como el aumento del desempleo debido a la pandemia y la falta de proyectos de envergadura de largo plazo, necesitan del buen discernimiento para rescatar la inversión y recuperar el crecimiento. Tal como lo dijo el Papa Francisco en la encíclica “Gaudete Et Exsultate”, hay que reconocer que nuestra prioridad está en “Examínalo todo; quédate con lo bueno” (1 Ts 5, 21).

El rol del ministro Graham es clave para la inversión pública y privada. Quienes lo conocen dicen que es una persona que genera confianza por su bagaje técnico y entendimiento de la gestión pública. La situación que afrontamos exige que Graham actúe como guardián del Tesoro Público, fortaleciéndose en el comando del manejo presupuestal. Es decir, el ministro debe usar el gran poder conferido al MEF para cortar el apetito de los cacos situados en las entidades públicas que aluden necesitar fondos a favor del pueblo. El ministro debe convertir al presupuesto en el arma promotora de las inversiones.

¿Cómo podemos crecer más si Graham usa el presupuesto con sabiduría? En el corto plazo, debe generar señales contundentes a favor de las inversiones evitando la barbarie populista, y reduciendo el déficit fiscal sin nuevos endeudamientos. Pero también es muy importante para romper los nudos gordianos que lidere una efectiva simplificación de los procesos administrativos en la inversión pública y privada de sectores estratégicos tales como, la infraestructura, minería, industrias, servicios y pymes. Para dar fin al pesado marco administrativo y regulatorio, debe reconocer, diferenciar y eliminar los obstáculos que generan trabas, retrasos o conflictos que impiden la ejecución de proyectos de inversión.

Una vez asumido el problema de simplificar, el ministro podría estructurar incentivos presupuestales a las entidades públicas que eliminen trabas a la inversión. Incluso podría avanzar en la reforma de las entidades públicas que obtengan premios por eficiencias y resultados.

Una base para el éxito de la coordinación entre Graham y Velarde del BCR en dinamizar la inversión, es seguir el proceso de ingreso del Perú a la OCDE como señal a mediano plazo. El “Marco de acción para la inversión 2015” de la OCDE establece que “…los principales aspectos de la gobernanza son la calidad de la regulación, la transparencia, la apertura y la integridad”. Continuar con marcos normativos deficientes desalientan las inversiones, obstaculizan la entrada en el mercado y desincentivan la iniciativa empresarial que ahora está a la defensiva. El reto inmediato está, pues, en la promoción basada en la eliminación de trabas para la inversión privada y obra pública, así como la prudencia y la efectividad en el manejo presupuestal. Solo así se generará un clima favorable para atraer inversiones nacionales y extranjeras.

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