Ser provinciano no te hace mejor persona (¡y menos buen presidente!)
El discurso plañidero de Pedro Castillo se ha agotado. El cuento de que un humilde profesor/campesino/rondero/provinciano llegaría a la Presidencia y haría una gestión para el “pueblo” va llegando a su fin. Las últimas revelaciones de la lobista Karelim López ante la Fiscalía solo confirman lo que muchos sabíamos, pero que otros (cómplices del lápiz ellos) se negaban a aceptar: la administración de Castillo está manchada de corrupción.
Eso lo conocíamos desde que el Ministerio Público desbarató la organización criminal ‘Los Dinámicos del Centro’, que estaba liderada por el comunista Vladimir Cerrón, y recolectó dinero negro para ausipiciar la campaña presidencial del chotano.
También era de público conocimiento que Pedro Castillo venía de las filas del Conare-Sutep, la facción del Movadef (brazo político de la agrupación terrorista Sendero Luminoso) en el magisterio.
Pese a todo ello, Castillo llegó a Palacio de Gobierno porque los cojudignos alucinaron que no había nada peor que la “corrupta” Keiko Fujimori, quien, a pesar de sus errores políticos cuando tuyo mayoría congresal, jamás ha ocupado un cargo ejecutivo en el Estado. Es tan poco el poder que tiene Fujimori que cumplió injustamente varios meses de prisión preventiva sin que exista condena alguna por ese invento de presunto lavado de activos.
Dado que el maestro rural le debe su cargo a la corrupción, hoy sabemos, siempre de acuerdo a López, que este lideraría una mafia enquistada en el MTC desde donde direcciona contratos a favor de quienes lo apoyaron con alguna dádiva.
Esto era evidente desde que se supo que el mandatario tenía un despacho alterno en la famosa casa del pasaje Sarratea, en Breña, en donde se reunía clandestinamente con proveedores del Estado. Pero los caviares -y su prensa cómplice- hicieron de todo para minimizar la revelación de Cuarto Poder, llegando al punto de afirmar que se trataba de la vida privada de Castillo.
Pedro Castillo sigue en Palacio de Gobierno, pese al rosario de cuestionamientos en su contra, por culpa de esas bancadas que argumentan que apuestan por la gobernabilidad. Me refiero, por supuesto, a los zurdos Acción Popular y a los mercantilistas de Alianza para el Progreso. Gracias a que Karelim busca acogerse a la colaboración eficaz, ha contado que este apoyo de ninguna manera es gratuito, así que es bastante probable que ‘Los Niños’ no sean solo cinco de AP.
Ante tanto tránsfuga que pulula en la sede del Legislativo, la vacancia presidencial es algo improbable. Y, puesto que Castillo no va a renunciar, la denuncia constitucional por traición a la patria parece ser la única alternativa para que acabe este infierno.
Si ello ocurre, los legisladores -que en su mayoría no han dado la talla- también deberían irse. Tiremos los dados de nuevo en octubre junto a las elecciones regionales y municipales. Que este error llamado Pedro Castillo sirva para que la gente entienda que ser provinciano no te hace automáticamente prístino… y menos buen gobernante.
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