Sembrando el odio
La principal actividad de Pedro Castillo y sus secuaces –además de saquear el Estado y obstruir las investigaciones-, es sembrar el odio y la división entre los peruanos, en una magnitud nunca vista antes.
Desde el principio de su desgobierno, se ha dedicado a viajar por todo el país con un solo mensaje: alentar la hostilidad y la fragmentación de los peruanos, pobres contra ricos, provincianos contra limeños, cholos contra blancos, etc. Particularmente incita y estimula la inquina contra los medios de comunicación y los periodistas independientes, y más recientemente contra la fiscalía.
En verdad, no sabe hacer otra cosa. Su carrera es la de un agitador que incentiva las peores pasiones del auditorio, el resentimiento, la envidia, el rencor.
Algunos no se dan por enterados de esos discursos de odio, pretenden desentenderse de una desagradable realidad. El asunto es que esas arengas tienen efectos, sobre todo si son vertidas por un individuo que ocupa el cargo más importante en la jerarquía del Estado, que se exhibe, en todas sus presentaciones, rodeado de militares y policías. En el imaginario popular, está avalado por ellos (cosa que hasta cierto punto es así, aunque ellos intenten negarlo escudándose en el cumplimiento de órdenes).
Esas peroratas corrosivas y destructivas siempre han sido difundidas por gente como Castillo. Pero una cosa es que lo hagan grupos marginales con recursos limitados y otra muy distinta que se ejecute desde la cúspide del Estado, usando todos los bienes públicos disponibles para eso.
Como es obvio, además, no solo es Castillo. El jefe del gabinete, Aníbal Torres, y otros esbirros encaramados en puestos públicos también lo hacen con entusiasmo y dedicación. Peor todavía, ahora los miembros del Movadef (Sendero Luminoso, facción de Abimael Guzmán) que ocupan prefecturas y subprefecturas, han realizado dos “congresos” en Ayacucho (julio) y Apurímac (septiembre) y creado el “Consejo Nacional de Autoridades Políticas” (Conap) y establecido un “gabinete del pueblo”. (Perú21, 28/10/22).
Todo eso con el apoyo y el financiamiento del Ministerio del Interior. Esa red de cerca de dos mil funcionarios del Mininter dirigida por SL, está reproduciendo las diatribas y las injurias de división y odio de Castillo y Torres en todo el país, todos los días. (Ver “La política como fuerza”, El Reporte, 30/10/22).
El efecto de ese veneno inoculado diaria y sistemáticamente a millones de peruanos es incalculable.
Ya hay experiencia de eso. En el contexto de la “primera fase” de la dictadura socialista del general Juan Velasco Alvarado, también con un discurso de odio -“campesino, el patrón ya no comerá más de tu pobreza”-, aunque atemperado por la naturaleza militar del gobierno, prosperó la prédica de Abimael Guzmán y sus delirantes adeptos, y de otros grupos. El Perú ya vivió los resultados.
No obstante, no son muchos los que parecen haber aprendido de la experiencia. Cada día que pasa, el discurso de odio envenena a más personas y eso tendrá consecuencias.
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