¡Seamos un Sísifo transformador de su mítica condena!
Estando a poco de conocerse por cuáles de los candidatos a la presidencia y el Congreso deberemos votar para los siguientes cinco años, propongo que, en lugar de sumirnos en una angustia paralizante, optemos por una insubordinada rebeldía, lúcidos aceptemos nuestra absurda, agobiante realidad para que, en lugar de considerarla como una inexpugnable, perpetua prisión empobrecedora, la transformemos, liberándonos de Los Innecesarios.
Quijotes, seamos gestores, posibilitadores libertarios de la agobiante prisión de pobreza, de subdesarrollo en la que nos mantienen cautivos Los Innecesarios, los políticos corruptos de siempre. Hermanos peruanos, no esperemos más que, mágicamente, inesperadamente ocurra algo telúrico, transformador, distinto. Hagamos posible lo que hace mucho nuestros carceleros nos quieren hacer creer inalcanzable. No seamos como Sísifo que, en una secuencia sin fin, cada vez que empuja la pesada roca hasta la cima, la deja caer para luego volverla a subir.
Así, en el exuberante mar de candidatos que tendremos el 12 de abril de 2026 para la elección a la presidencia, Senado, Cámara de Diputados y Parlamento Andino, en un necesario esfuerzo de lucidez y dignidad, reconozcamos el profundo vacío de idoneidad. Entonces, distinguiendo al conocido podrido, corrupto lastre político, lancemos al profundo vacío del desprecio a los que identificamos como corruptos pero que, sometidos, subordinados al inidóneo sistema electoral, nos hemos visto obligados a elegir entre el mal menor, entregándole el poder político a los peores, forzándosenos a sostener, sobre nuestros lastimados y cansados hombros, la pesada carga de las desastrosas gestiones presidenciales y gobiernos subnacionales.
Imaginemos ser una especie de Sísifos felices que se ha liberado de su mítica condena; soñemos que estamos liberados del maleficio que nos obligaba a elegir entre corruptos e incapaces, entre Los Innecesarios. Quijotes, como si se tratase de un placentero sueño, visualicemos que, entre la actual despreciable, corrupta fauna política, surgieron y se postulan algunas fieras, algo maltratadas por la vida, no tan jóvenes ni de brillante pelaje, pero valientes, con liderazgo, con valores, con idoneidad moral.
Efectivamente, queridos hermanos peruanos, utópicos soñadores quijotescos, pareciera que entre los casi 40 candidatos que tendremos a la presidencia, por lo menos, hasta donde se sabe, entre 3 o 4 serían buenos. Entre los miles de postulantes a la función congresal, podríamos identificar, al menos, unas decenas de potenciales buenos parlamentarios. Sin embargo, el mayor número serán los de siempre y otros peores por conocer; por lo que, para que sean electos buenos ciudadanos, dependerá mucho de sus capacidades de convencernos de que, con ellos, por fin lograremos liberarnos de nuestra histórica condena de llevar corruptos al gobierno y a la representación congresal.
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