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“Seamos luz en un mundo de oscuridad”

Fecha Publicación: 08/02/2020 - 20:30
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Queridos hermanos, estamos ante el domingo quinto del tiempo ordinario. La primera lectura del profeta Isaías nos cuenta lo siguiente: “Así dice el señor: Parte tu pan con el hambriento, hospeda a los pobres sin techo, viste al que ves desnudo, no te cierres a tu propia carne”. El señor nos está diciendo algo importante que es donarte a los demás, porque serás feliz. Si solo nos miramos a nosotros mismos y no nos donamos al otro, experimentaremos el infierno.
“Clamarás al Señor, gritarás…”, continúa diciendo la Primera Lectura. No puedes donarte a los demás, grita en cualquier lugar donde puedas estar a solas con Él. Grita, reza y dile una cosa: Aquí estoy. ¿Qué sacaremos con cumplir este mandato?: Que seas feliz.
“Serás la luz del mundo cuando partas tu pan al hambriento, cuando sacies el estómago del indigente, brillará la luz en las tinieblas y tu oscuridad será mediodía”, finaliza la lectura de Isaías. Así serás portador de la luz y serás cristiano.
Respondemos con el Salmo 112: “En las tinieblas brilla, como luz de los rectos, tierno, clemente y justo. Feliz el hombre que se apiada y presta, y arregla rectamente sus asuntos. No, no será conmovido jamás, en memoria eterna permanece el justo; no tiene que temer noticias malas, firme es su corazón, en Yahveh confiado. Seguro está su corazón, no teme: al fin desafiará a sus adversarios. Con largueza da a los pobres; su justicia por siempre permanece, su frente se levanta con honor”. Ánimo, hermanos, que Dios está con nosotros. Si Él está contigo, ¿quién estará contra nosotros? Dar la limosna a los pobres cura multitud de pecados. Esto es lo que nos manda Jesucristo para ser felices.
La segunda lectura es de san Pablo a los Corintios y nos habla sobre: “Pues yo, hermanos, cuando fui a vosotros, no fui con el prestigio de la palabra o de la sabiduría a anunciaros el misterio de Dios. Me presenté ante vosotros débil, tímido y tembloroso”. Hermanos que nuestra fe no se apoye en la sabiduría de los hombres, ni en el bienestar. Dios te ama y te acepta así como eres, en medio de tu debilidad, y que en la conversión experimentes su poder para ser feliz.
En el aleluya cantamos: “El sol, la luz del mundo. El que me sigue, tendrá la luz de la vida”. Dios nos manda a ser luz y qué es ser luz… significa vivir el evangelio y donarse a los demás.
En el evangelio de Mateo se nos cuenta lo siguiente: “Vosotros sois la sal de la tierra. Mas si la sal se desvirtúa, ¿con qué se la salará? Ya no sirve para nada más que para ser tirada afuera y pisoteada por los hombres. Brille así vuestra luz delante de los hombres, para que vean vuestras buenas obras y glorifiquen a vuestro Padre que está en los cielos”. Si la sal es desvirtuada, se tiene que desechar. Por otro lado ¿qué es la gloria a Dios? Donarnos al otro, donemos nuestro ser al servicio de los pobres que no conocen a Dios, a aquellos que no nos hablan, a aquellos que no vemos. Acerquémonos, porque el hombre es un ser gregario, un ser que necesita del otro, necesitamos de la presencia del hermano. El hermano no es el del afecto, es el de la fe. Es decir, el que te dice la verdad, el que te ayuda a ser cristiano.
Que sean la luz del mundo, el Señor te está invitando a vivir esta experiencia de volver a la parroquia. Experimenta el poder de Dios, verás el cielo abierto y serás feliz.
En este mundo de oscuridad, es difícil ser luz. Que nuestra luz sea un testimonio auténtico. Nuestro sufrimiento que tiene un sentido cristiano es luz para muchos incrédulos. Ánimo hermanos, no tengan miedo en ser luz, en glorificar a Dios en un mundo de oscuridad. Te invito a rezar por nuestro país, por tu familia, por ti mismo, para que Dios te de la gracia de abrir los ojos y experimentar el verdadero amor que Dios te ofrece.