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¿Se rompe la alianza EE.UU.-Europa?

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Fecha Publicación: 17/02/2025 - 23:00
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El presidente estadounidense Donald Trump ha desconcertado a una adormecida y comodona Comunidad Europea hablando directamente con su homólogo ruso, Vladimir Putin, para —entre ambos— resolver la cuestión de la guerra en Ucrania sin la participación de la Comunidad Europea. Incluso dejaba entrever que el debate entre ambos presidentes podría empezar esta semana en Arabia Saudita.
Un terremoto grado 10 para la tradicional diplomacia entre los socios de la OTAN, acostumbrados a que Washington corra con la mayor parte del costo sideral de dicha alianza, que implica cientos de billones (dólares/euros) anuales, pulverizados en gastos militares. Dispendio que el mandatario estadounidense ya ha anunciado que no está dispuesto a aceptar, que su país siga corriendo con casi las tres cuartas partes de los mismos. Cifra que aumenta sensiblemente en tiempos de tensión —peor aún, de conflictos— como hoy ocurre en Ucrania.
Campanazo de advertencia que ha removido aquellos apoltronados despachos en los países que integran una Europa ahora más preocupada por el posible resquebrajamiento de sus tradicionalmente estrechas relaciones con Norteamérica, el eje occidental supremo desde finales de la Segunda Guerra Mundial. Aunque el campanazo de Trump no necesariamente es por discrepancias de fondo, sino porque Europa no aporta los recursos económicos que le competen sufragar; y, además, muchos países —como España— pagan menos de lo que les corresponde, incluso por debajo de Portugal, que tiene una economía más reducida. Y, encima, abonan sus cuotas diferidas y de manera fraccionada.
En opinión de la mayoría de las agencias noticiosas, este distanciamiento no necesariamente implica que EE. UU. abandone la OTAN ni fragilice sus vínculos con el Viejo Continente. Pero Europa se ha ganado a pulso el distanciamiento político del indiscutible líder mundial Donald Trump, quien ha dicho ¡basta! ante la actitud arrogante de una Europa presa de un complejo de superioridad, motivado en gran medida por la desaparición de los grandes líderes que tuvo hasta finales del siglo pasado.
Tanto que, ante el ¡ya basta! de Trump, en lugar de reaccionar con inteligencia y diplomacia, Europa se ha quejado estúpidamente, tildando de traidor al presidente Trump, sin considerar el argumento sustentado por este, demandando acabar con la guerra Rusia-Ucrania para poder abocarse a estudiar otras medidas indispensables para evitar conflictos en Asia, donde China acelera sus estrategias expansionistas para engullir Corea del Sur y Taiwán, polos fundamentales para Norteamérica.
Finalmente, informaba la agencia Infobae, durante años los países europeos aprovecharon las puntuales remesas anuales de EE. UU. para no invertir lo pactado en seguridad militar, destinando muchos de esos “ahorros” a demagógicas políticas asistencialistas. Aquello confirma que los europeos carecen de sólidos argumentos para rechazar las exigencias de Trump, exigiendo que inviertan anualmente el 2 % de su PIB en la OTAN.
Por otra parte, Trump permanece visiblemente enojado por la forma como los líderes europeos han defendido a Joe Biden. Al extremo de que el hoy secretario de Defensa estadounidense les advirtió: “No se equivoquen, el presidente Trump no permitirá que nadie convierta al Tío Sam en ‘Tío Sucker’ (tonto)”.

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