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¿Se puede escribir fantasía, ciencia ficción y terror en Perú?

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Fecha Publicación: 30/11/2023 - 22:10
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La respuesta rápida es sí. Y lo demuestran la gran cantidad de publicaciones de estos géneros que, año a año, aparecen en el Perú, la mayoría de ellas, en casas editoriales cuya mayor producción son estos géneros.

Todo va de la mano, las publicaciones se dan en casas editoriales, que venden los libros, los distribuyen y promocionan, generan acceso a contenidos en distintas plataformas y todo eso termina llegando a consumidores de la producción artística y cultural, algunos de los cuales terminarán produciendo arte y cultura, e integrándose al circuito de la participación en la cultura.

Pero todo tuvo que surgir de un primer interés, y si preguntan desde cuándo se escribe fantasía, ciencia ficción y terror en el Perú, yo diría que es desde hace mucho. Tomando como referencia la ciencia ficción, el primer texto peruano reconocido de este género es el famoso “Lima de aquí a cien años”, del autor Julián Manuel del Portillo, publicado en 1843.

Posteriormente la figura de Clemente Palma también irrumpe con literatura de género, incluso atreviéndose a arriesgarse más con “Cuentos malévolos” de 1913, o tomando como referencia los sueños científicos de la época, plantea la clonación en “XYZ”, de 1935, en plena dictadura de Oscar R. Benavides.

Más adelante en el siglo XX aparecieron algunos autores de ciencia ficción, siendo el más recordado José B. Adolph, cuyo libro más mentado es el distópico “Mañana, las ratas”, de 1974, que tiene elementos de ciberpunk.

Si bien en el Perú no se ha dado un proceso de industrialización que fomentara la aparición de una ciencia ficción masiva, los contenidos que iban llegando del extranjero permitían la aparición de estéticas disruptivas frente a lo que se producía; algo que se replicará y potenciará en el siglo XXI.

El terror y la fantasía recorrían su propio camino, principalmente vinculados a mitos, leyendas y creencias, que se adaptaban a las ficciones y verosimilitudes de cada época. El desarrollo de estas ficciones se ha notado particularmente fuera de Lima, en donde el sincretismo peruano-español ha generado espacios a ser llenados.
Sin embargo, el siglo XXI y la Era Digital con el internet al alcance de todos, sumado a las políticas neoliberales iniciadas en la década de los 90, permitió un violento proceso de globalización de la sociedad peruana, y el inevitable cambio de valores que esto conlleva. El Perú empezó a liberalizarse, la homogeneidad ya no sonaba bien, lo heterogéneo era el futuro: las minorías.

Tomar el valor de la libertad como máxima, que es lo que hace la civilización occidental moderna, implica, irremediablemente, que el ser humano tenderá al individualismo y esto ha fomentado la explosión de la autoidentificación como fenómeno de masas. Hoy existe contenido y productos para todo tipo de usuario, en el marketing le llaman “nichos de mercado”.

Esto, sumado al contenido ficcional extranjero que inunda el mercado peruano, viabiliza la posibilidad de que se generen numerosas y diversas comunidades de seguidores de ficción de género. Es cierto que en el siglo XX se consumía fantasía, ciencia ficción y terror en el Perú, pero era un contenido restringido, difícil de ubicar, y al que accedían algunos pocos interesados. Hoy existen clubs de distintas sagas ficcionales, grupos en redes sociales, chats, y tantas otras formas de organización digital que continúan ampliando el espectro.

Resulta interesante también analizar cómo la integración con el liberalismo occidental ha repercutido en nuestra ya compleja y sincrética sociedad. En el caso de la ciencia ficción, sus distintas variantes como la space opera, lo postapocalíptico y el ciberpunk, se han acoplado a las lógicas míticas y organizativas de nuestra sociedad; la fantasía ha acoplado la narrativa épica a las tradiciones y leyendas desde otras lecturas, alejándose de lo real maravilloso; el terror también se ha occidentalizado y ha empezado a temerle a conceptos que reflejan la linealidad del tiempo, como los fantasmas y los muertos vivientes.

En este contexto, las políticas económicas han permitido que aparezcan gran cantidad de editoriales que viabilizan el acceso al contenido. Si bien hay contenido de sobra en internet, es normal que los seres humanos busquemos recomendaciones con autoridad, y las editoriales cumplen ese rol. Su crecimiento como empresas y en catálogos, termina por beneficiar a los diversos colectivos que pudieran querer acceder a su producción; activando, como ya mencioné, la participación en la cultura.

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